La niña del camino

LA NIÑA DEL CAMINO

Hace aproximadamente 7 años, mi ex jefe de nombre Héctor, me contó que antes de entrar a trabajar a la universidad, trabajaba en una empresa que se dedicaba a dar servicios de sistemas a otras empresas.

En aquella ocasión le habían pedido ir a una empresa que se ubicaba en el estado de Cuernavaca y para llegar muy temprano tenía que salir de su casa en la madrugada.

Llego esa noche y se fue acompañado con el que en aquel tiempo era su jefe, llegando a Cuernavaca, tenían que pasar por un lugar que era para terrenos de siembra y como era temporada de lluvias, el camino estaba lleno de agua y no los dejaba continuar con su camino.

Tuvieron que buscar otro lado y encontraron una vereda la cual siguieron, todo en ese momento estaba normal, cuando de pronto Héctor vio que se aproximaba un gran tronco que rodaba hacia ellos y en ese momento pensó que tal vez era una trampa para asaltarlos.

El tronco quedó frente a la camioneta y de pronto salieron varios sujetos a amenazarlos con pistolas para que descendieran de la unidad, a los dos los golpean y los dejan inconscientes.

Después de un rato, Héctor despertó dándose cuenta que se encontraba recargado de una gran roca que estaba en el filo de una barranca, tenía mucho miedo, los labios secos del susto y mucha sed.

Una desesperación empezaba a apoderarse del pues no conocía el lugar donde lo habían abandonado, estaba totalmente solo a su suerte.

Acto seguido se colocó las manos en su cara pues no sabía qué hacer, cuando de pronto escucho sobre la tierra que algo se arrastraba hacia él, se quitó las manos del rostro para ver qué era lo que se aproximaba y observo que era un pequeño coco cortado a la mitad con agua, lo tomó y comenzó a beber el agua contenida en el pequeño recipiente.

Héctor comentaba que esta agua era muy fresca con un ligero sabor a dulce pero como tenía demasiada sed de la desesperación por saciar su sed se empinó el pequeño recipiente de modo que el agua se le salía por los costados de la boca.

Al sentirse satisfecho dejo el pequeño coco en la roca donde lo habían recargado y con la luz de la luna pudo ver que el agua nunca se terminó, pues el pequeño recipiente contenía la misma cantidad de agua como en un principio, pero no le tomó importancia

Volteo para ver quien le dio el agua y observo que frente a él se encontraba una niña de aproximadamente 9 años, tenía un vestido blanco, en ese momento quiere verle el rostro y el pequeño fleco que tenía en la frente le hacía sombra cubriéndole todo el rostro, pues esa noche había luna llena y todo aquel lugar se iluminaba.



De pronto la niña le da la mano, Héctor se dispone a dejar el lugar en compañía de la niña, todos los caminos se fueron tomados de la mano.

La niña sabía qué camino tomar pues ella lo guiaba, Héctor comentaba que en ningún momento le dio miedo, pues al contrario se sentía seguro con la compañía de la pequeña niña.

Caminaron durante varias horas, en el lodo, la hierba y las piedras, escuchando los animales nocturnos que hay en ese lugar y que la niña solo hablaba ocasionalmente para decirle por donde irse.

Se aproximaron a unas pequeñas casas y la niña le comentó que por allí no se fueran ya que en esas casas vivía gente muy mala, entonces se fueron por otro lado.

Lo que Héctor recuerda es que caminaron durante varias horas, pero nunca se sintió cansado, hasta que comenzaron a ver más casas y alumbrado público, el cual le indicaba que ya se aproximaban a una comunidad.

La niña lo encamino más adentro del lugar, hasta que encontraron un camino que llevaba hacia arriaba, a lo que la pequeña niña le comentó, “sigue este camino, hasta allá arriba pasará el camión que te llevará a tu casa”.

Inmediatamente Héctor le pregunta ¿y tú, que pasara contigo?, ¡No te puedes quedar aquí sola!, déjame llevarte a tu casa, a lo que la pequeña niña le respondió

“No te preocupes por mí, mi casa está a unos metros de aquí, mejor ya vete porque no tarda en pasar tu camión y ya está amaneciendo”.

Entonces Héctor se dispuso a retirarse de ese lugar y comenzó a caminar hacia la avenida donde pasaría el autobús que lo llevaría a la central del norte.

Pero en lo que iba caminando, volteaba a ver a la niña quien con su pequeña manita le decía “adiós” él le respondía de la misma manera, hasta que llego hasta arriba y volvió a voltear y la niña ya no estaba.

A Héctor se le hizo extraño pues al principio del camino donde la dejo, no había nada que le impidiera dejar de verla y para llegar a la casa la niña tenía que caminar un poco y se le hacía imposible que se hubiera movido de ese lugar tan rápido.

Para su suerte el autobús que lo llevaría a casa se aproximaba, Héctor le hizo la parada, argumentando al chofer del autobús que, si podía llevarlo hasta la central del norte ubicada en el DF, pues lo habían asaltado quitándole todas las pertenencias.

Le prometió al chofer pagarle una vez que llegara a su casa y este accedió, en ese momento este último se dio cuenta que Héctor volteaba de una manera insistente para la avenida donde había dejado a la pequeña.

El chofer no se quedó con la duda y le pregunto a Héctor ¿joven porque voltea tanto para abajo?

A lo que él le respondió, lo que pasa es que venía yo acompañado de una pequeña niña y ya no la veo.

¿Cómo era la niña, pregunto el chofer?

Vestía un vestido blanco, con los zapatos del mismo color y de edad yo la vi como de 9 años aproximadamente, ella me ayudó a venir hasta acá.

Entonces el chofer extrañado le respondió que esa niña la habían asesinado hace como 10 años y que ella ahora se dedica a ayudar a personas que son asaltadas o se extravían.

En ese momento Héctor siente como un frio helado recorre su espalda, pensando que había hablado con alguien que ya no era de este mundo.

Como ya estaba muy cansado el sueño le venció y calló dormido hasta llegar a la base de autobuses ubicada en la ciudad de México, tomó un taxi y exactamente al llegar a su casa intentaba abrir la puerta de su casa y como si le hubieran dicho “voltea”, al ver a su derecha se encontraban unos arbustos y detrás de ellos estaba la niña quien mucho kilómetro atrás le había dejado en la avenida.

Entonces en ese momento Héctor le grito con desesperación diciéndole que se fuera, pues él ya sabía que la niña estaba muerta.

Como pudo entro a su casa y una vez adentro, pensó por un momento “pero por que le grité, si ella me salvó, no debí haberme portado tan grosero con ella”.

Inmediatamente salió de la casa para agradecerle la buena acción que tuvo con él, pero la niña ya no estaba.

Como agradecimiento este le mando hacer una misa con el fin de que el alma de la pequeña niña descansara en paz.

Puedes escuchar el relato narrado dando play en el siguiente vídeo:

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