El Baño Cuento de terror Reales

JUNO Cuento de terror basado en la obra de Guadalupe Villagrán “EL BAÑO” Escrito y Adaptado por Eduardo Liñán.

No recordaba la última vez que tomé un baño de tina por la noche después de trabajar y más aún después de una mudanza que me dejó totalmente exhausta, me había mudado a una nueva casa, más amplia y con techos altos, de estilo antiguo en el centro de la ciudad, me la habían dejado a muy buen precio y databa de los años 30s de cuando la ciudad estaba en su mejor momento comercial, por lo que las construcciones eran macizas y llenas de detalles incomparables. Al principio olía a humedad y a viejo, ahora se podía percibir un olor a pintura que de principio calaba en la nariz; pero te terminabas acostumbrándote. Aun con algunas cajas sin desempacar lo que más me llamo la atención fue la hermosa tina de estilo “vintage” y sus cuatro patas de latón que le daba un aspecto agradable y te invitaba a sumergirte en ella por un largo rato. Mientras la llenaba con el relajante sonido del agua, cepillaba a mi gata “Juno” de raza snowshoe que había rescatado de un refugio y cuya rara heterocromia me había enamorado desde que lo vi maullando de frio en una caja de cartón. Habíamos sido compañeras desde hace mucho y aún estaba renuente de vivir en la nueva casa, la sentía tensa y sin ganas de explorar.


Mientras le ponía sales al agua e intenté poner alguna música suave en mi iphone, recordé la recomendación de una amiga al decir que un baño de tina era más relajante con la luz apagada, música suave y una copa de vino rosado. Quise intentarlo así que, encendí una enorme veladora de vainilla, apagué la luces, me metí en la bañera y el contacto con el agua sobre mi cuerpo de inmediato hizo su efecto en mis cansados sentidos. Tanto que olvidé poner la música, mientras acomodaba la cabeza en una toalla y vi a Juno sobre un toallero observándome fijamente y ronroneando como desaprobando el que estuviéramos en un lugar extraño, ella siempre me acompañaba en mis baños; pero esa vez estaba algo tensa moviendo su cola con nerviosismo. Mientras cerraba mis ojos, la obscuridad me fue envolviendo, las penumbras y sombras mezcladas por la tenue luz de la veladora hacían del momento algo extraño. Quise intentar quedarme totalmente a obscuras y apagué la veladora, enseguida todo se volvió negro. No sé cuánto tiempo estuve así y sentí inquietud y hasta una corriente helada a pesar de que el agua estaba tibia. No me agradó esa sensación y enseguida volví a encender la veladora, pensando en las tonterías que mi amiga me había recomendado. Por extraño que parezca la luz era menos intensa, la pequeña llama azul de la veladora apenas iluminaba unos centímetros; pero era suficiente para ver a mi alrededor.

El agua de la bañera era muy relajante, mis sentidos poco a poco se fueron acostumbrando a esa sensación de calma y somnolencia que gradualmente comenzó a inundar mis sentidos. Apenas iba entrando en estado de relajación profunda cuando sentí la cola de Juno ondear cerca de mis pies, en un acto reflejo moví el pie para ahuyentarla y comenzó a maullar nerviosa, sentí que saltó al piso del baño y comenzó a maullar, pero este era un maullido distinto al de mi gata y venia del centro del cuarto, por alguna extraña razón no había entendido hasta ese momento lo que ocurría hasta que abrí los ojos y vi a Juno en el toallero viendo al centro del cuarto y en posición de alerta, emitiendo pequeños maullidos nerviosos. Al voltear a ver me di cuenta que había un gato negro y me sorprendí mucho de ver al animal ahí maullando con un par de ojos amarillos y unos colmillos blancos muy largos. Eso hizo que me incorporara de prisa y con la inercia, tiré la vela con el pie y se me quedé en las penumbras, solamente la luz que provenía del cuarto que se colaba por debajo de la puerta iluminaba apenas el piso del baño, quise encontrar mi celular; pero no podía hallarlo. Ya con la inquietud doblegando mi mente, decidí que era momento de parar en ese juego de la tina y tiré del tapón para vaciarla y tomar un baño rápido. Por alguna extraña razón pensaba que debido a eso mi mente me estaba divagando imaginando cosas. Juno parecía estar calmada; pero no quería bajar de toallero, cuando por fin encontré el celular, lo tomé y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza cuando vi que la luz que salía por debajo de la puerta se apagaba; pero el alma me volvió al cuerpo cuando intenté encender la del baño y me di cuenta que no había. Se había ido al menos en mi casa. Encendí el móvil y tenía 5% de pila, por lo que apenas emitía una débil iluminación, aproveché entonces para poder bañarme, vestirme y acostarme. Al meterme de nuevo en la bañera noté que estaba estancada un poco de agua y supuse que mis cabellos habían tapado la coladera, a menudo pasaba eso, se me caía mucho el pelo, así que me agaché para quitar lo que obstruía la coladera y sentí que había mucho cabello, algo inusual, era la primera vez que utilizaba la tina y eso me causó extrañeza, mi mano se llenó de pelos y jalé para quitarlos, eran demasiados, al momento de sentir algo extraño además del pelo, quise tomar el celular para ver mejor que era aquello y escuché de nuevo los maullidos en medio del cuarto.

Al correr la cortina de baño, me di cuenta que estaba de nuevo ese gato negro ahí, maullando con desesperación, mientras que Juno hacia siseos nerviosos y agresivos al animal extraño que estaba ahí. Los ojos amarillos parecían emitir una luz que iluminaba sus bigotes al maullar y eso me inquietó, empecé a llenarme de ideas aterradoras al ver que sus colmillos eran inusualmente largos y blanquecinos. No sé cuánto tiempo estuvimos Juno y yo alertas, un leve ruido a mis pies me hizo voltear y al mirar de nuevo a donde estaba el gato, este había desaparecido. Abrí con cautela la regadera y al sentir que salía el agua me tranquilicé, vi con alivio que aquello que impedía correr el agua no lo hacía más. No había nada ahí. Me bañe rápido y a tientas Salí de aquel baño para vestirme y acostarme no quería saber nada más. Culpaba al cansancio todas esas alucinaciones, al sentir que Juno se trepaba en la cama y se acercaba a mi ronroneando me tranquilizo mucho, abrace al animal como si el me fuera a proteger de todo lo malo, pero ella al igual que yo éramos frágiles y temerosas. Me quedé dormida y tuve algunas pesadillas que no recordaba al momento de pararme con falta de aire y sudando por algo horrible que quizá había soñado, eran las 3:24 am. Me volví a acostar y veía el techo fijamente en tanto mis párpados se hacían pesados. Apenas iba cayendo en el sueño cuando sentí que algo caminaba en mi pecho, era ligero y supuse que era mi gata siempre hacia eso, al sentir el contacto de sus bigotes en mi barbilla abrí los ojos para abrazarle y sentí el horror paralizarme de pies a cabeza. Era el gato negro, tenía su hocico cerca de mi nariz y sus brillantes ojos amarillos miraban los míos con esas luces de muerte que me hicieron temblar. No emitía ningún ruido y entonces recordé algún cuento en que decían que los gatos te robaban el aliento y el alma. Cuando abrió el hocico para mostrar sus largos colmillos; pensé que era todo y que terminaría ahí muerta por el extraño animal. No termine de pensar eso cuando de improviso saltó Juno y tumbó al gato por un lado de la cama haciéndolo huir al baño y mi gata lo siguió.

Lo siguiente fue lo más horripilante que hubiera podido experimentar. Los gatos comenzaron a pelearse emitiendo maullidos y gruñidos que inundaron la habitación, parecía que se estuvieran masacrando entre ellos. Lo primero que sentí fue angustia de saber que mi gata estaba siendo lastimada y me paré enseguida; pero al hacerlo y entre los gruñidos de los animales logre percibir el gemido lastimero de una mujer que se quejaba por algo que la lastimaba. Ese sonido provino del baño, mis rodillas se doblaron al escuchar aquello tan claramente, sentí un pavor paralizante que hizo que cayera sobre la cama totalmente asustada y angustiada por todo lo que pasaba. De pronto se hizo el silencio y volvió la luz; pero el foco parpadeaba por la falta de corriente. Con voz entrecortada comencé a llamar a Juno y solo había un mortal silencio. No sabía que hacer estaba petrificada por el temor y abrazando mis rodillas para no bajarme de la cama, temía que algo me tomara por los tobillos apenas los pusiera en el piso, la puerta de salida estaba muy lejos y no tenía esperanzas de llegar y salir a tiempo, para quitar los tres seguros de una enorme y pesada puerta.

No sabía qué hacer, siempre había sido atea y no creía en nada, en ese momento quise tener toda la fe del mundo para creer en un Dios salvador. Volví a llamar a Juno casi en susurros y no obtuve respuesta, el terror hizo que llorara de angustia y de alguna forma el sueño me venció en esa posición con mi frente apoyada en las rodillas. La luz de la mañana hizo que despertara y enseguida un torrente horrible de recuerdos de la madrugada hizo que saltara de la cama y me vistiera rápidamente para salir de la casa. Al hacerlo lo primero que vi fue a una señora ya de edad que barría la calle, al verme con mi rostro de preocupación me preguntó si estaba bien. A lo que respondí que no. Estaba tan alterada que le conté mi odisea sin temor a que me fuera a tildar de loca. Con el rostro sorprendido la anciana me dijo que no había escuchado nada a pesar de haberse levantado de madrugada todo estuvo en silencio, su casa estaba a un lado de mía. Le pregunte entonces por los antiguos moradores y me comentó que había vivido una pareja de recién casados, la joven estaba embarazada y tenían muchas ilusiones por ese bebé, de tal manera que habían buscado un espacio amplio como el de mi casa para poder atender al niño; pero por complicaciones en el embarazo, tuvo que irse a vivir con su mamá. Por lo que el esposo la alcanzo después y dejó la casa. Sin embargo nunca supo que fueran acosados por algo y mucho menos que tuvieran gatos, ella entendía que mucha gente tenía a estos animales para protegerse de lo malo; pero no comprendía porque me sucedió eso a mí. Me quedé en las mismas, sin respuestas. Sus afirmaciones no hicieron más que pensara que todo había sido producto de mi imaginación producto del cansancio, o bien de algún principio de enfermedad, lo cual me asustó y no sabía a quién recurrir. La angustia se apoderó de mí y me sentí terriblemente sola. Para colmo no sabía nada de Juno, se había quedado en la casa y no quería volver ahí. Vencí mi temor al pensar que estaría atrapada ahí con hambre y sed buscándome en un lugar extraño, herida. Al pensar esto último hizo que corriera a la casa en su búsqueda, sin importarme nada.

Al abrir la pesada puerta de madera, vi que todo estaba en desorden por la mudanza; pero todo como lo había dejado. Cerré la puerta y caminé lentamente hacia mi habitación, no había dado un par de pasos cuando sentí un cosquilleo en mi cabeza y luego un golpe de viento leve que me hizo parpadear y alucinar; pero esta vez era distinto. Caí en un letargo extraño que me hizo ver que en realidad estaba en mi casa; pero era diferente. Había muebles antiguos, fotografías igual de antiguas que colgaban de la pared y un hombre parado en medio de la habitación, que al verlo sentí pánico. Estaba solamente ahí sin hacer nada, vestía un traje negro de época, peinado con betún que le hacía brillar el pelo y un par de lentes redondos que lo hacían parecer muy formal, parecía preocupado, no me vio y se pasó como si nada, el hombre era el mismo que parecía estar retratado con una mujer muy bonita el día de su boda, en un cuadro que estaba sobre la mesita de centro.

Entonces lo entendí, no pertenecía ahí, era mi casa; pero era otra época, lo que veía era un vórtice de tiempo que me mostraba una escena ocurrida tiempo atrás en lo que ahora era mi casa. Intenté moverme; pero el letargo me lo impidió, de algún modo estaba atrapada ahí sin poder hacer nada. Entonces me quedé viendo la escena que ocurría ante mis ojos, el hombre buscaba a la esposa, el llevaba unas maletas enormes de piel y broches de latón y un pequeño maletín negro que me indicó que era doctor por su nombre grabado en el. Dejó las maletas y caminó lentamente hacia la habitación de donde provenían unos murmullos y risitas, pegó el oído a la puerta aunque no hubiera sido necesario, incluso yo desde donde estaba pude escuchar la conversación. Era claro que la esposa lo engañaba y estaba con el amante, lo más inquietante era lo que se decían y una revelación hizo eco en aquel lugar. Se burlaban por haberle hecho creer al hombre que el hijo que había criado era de él, la verdad es que la pareja de amantes se había puesto de acuerdo para hacer esa charada con el hombre, que afligido y se apartó de la puerta derramando una lágrima y de la decepción llegó la ira. Apretando los puños, corrió a la cocina y regresó con un enorme cuchillo, violentamente abrió la puerta de la habitación y dentro la esposa estaba acostada, conversando con otro hombre, ambos cubrían su desnudez con una sábana satinada, cuando vieron la furia y las intenciones del esposo ofendido, el amante corrió para alejarse de él y como pudo salió de la casa sin que se lo impidieran. La mujer presa del pánico suplicó y el esposo descargó toda su ira en cada golpe de cuchillo que le propinó, la sábana satinada y las paredes de la habitación se comenzaron a cubrir de sangre, la orgia sangrienta terminó cuando el cuerpo de la mujer dejó de luchar y moverse. El hombre se quedó parado mucho rato, viendo su obra y el maltrecho cuerpo de lo que quedaba de su mujer. De pronto surgió la figura de un pequeño gato negro que se trepó a la cama y empezó a maullar lastimeramente por la mujer, el rencor por ver que algo amaba a la mujer que lo había engañado, produjo que tomara al animal por la cabeza y le enterrara el cuchillo en la panza, el gato hizo un maullido de dolor y agonía que se perpetuo por varios minutos hasta que se desangró.

El hombre tiró el cuchillo y tomó sus lentes salpicados de sangre y los limpió con frialdad, luego tomo el cuerpo de su esposa y la metió al baño, colocándola en la bañera. Fue por su maletín y varias herramientas y cometió otra atrocidad: empezó a desmembrar el cuerpo de la mujer. Mientras platicaba con ella y le decía que la amaba. Aquello fue tremendamente alucinante y horroroso, no quería seguir viendo, entonces luego de terminar de cortar los pedazos, limpió los restos y los metió en las maletas que llevaba, abrió la regadera para que se limpiara la sangre y de pronto notó que la abundante cabellera negra de su mujer había tapado la coladera de la tina, mientras intentaba quitar los pelos, repentinamente volteó a verme y en ese momento la “alucinación” terminó, estaba de nuevo en mi casa, con mis muebles y las cajas de la mudanza. El movimiento volvió a mí y me senté al no comprender que había sido todo aquello que vi. Por alguna extraña razón ese “viaje” me había dejado muy cansada y caminé hasta la habitación donde le llamaba a Juno una y otra vez. Las fuerzas me faltaron y me derrumbé en la cama, quedándome completamente dormida.

Seria de noche cuando desperté, estaba a obscuras y solo se veía la luz del reloj que parpadeaba marcando las 12:00. Mi cabeza estallaba e intente encender una lámpara de buró. No encendió así que de nuevo supuse que no había luz. La puerta del baño estaba entre abierta y de pronto escucho un maullido que provenía del interior. Aun con la somnolencia me paré tambaleante y caminé hasta el cuarto de baño para ir por Juno y salir de ahí. Quise encender la luz y solo parpadeaba el foco por la corriente baja. Con susurros comencé a llamar a Juno y de pronto sentí algo en mis pies, un bulto tieso y húmedo que me produjo una mala sensación y al ver con la poca luz, me di cuenta que era Juno la que estaba en el piso toda tiesa y herida de la panza, había muerto, tenía las vísceras expuestas. Aun no terminaba de ver eso cuando algo llamó mi atención. Al ver mi reflejo en el espejo vi algo más; pero me produjo pánico y fue lo que había escrito en el con sangre: “Tu sigues…”

Al leer esto, la luz del baño se apagó completamente y me dejó en total obscuridad, en ese momento comencé a sentir el frío de la muerte y supe que no saldría jamás de ahí con vida. Lo siguiente que recuerdo es haber despertado en mi cama y de nueva cuenta la luz del reloj parpadeaba marcando las 12:00 am, intuí de inmediato lo que sucedería al escuchar que del baño un gato maullaba. Me paré de la cama y salí abriendo la pesada puerta, afuera todo estaba quieto y no había personas en la calle seria de madrugada y no había luz en toda la colonia, me fui caminando por la obscura calle y desaparecí entre sus penumbras, nunca más volví a esa casa y nunca más volví a ver a mi gata Juno.

~Eduardo Liñán.

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