OBSESION Relato basado en experiencias reales

OBSESION
Relato basado en experiencias reales de Frida Suarez
Escrito y Adaptado por Eduardo Liñán

Mi tía Lorena es una mujer madura que es muy creyente de lo sobrenatural y las cosas esotéricas. Actualmente vive en CDMX y se comenzó a involucrar en esas prácticas desde que se enteró que su esposo (mi tío) tenía una amante con la que se pretendía casar. Le había pedido el divorcio y ella resignada estuvo dispuesta a dárselo; pero las cosas tomaron otro rumbo ya que al tratar de conciliar con su aun esposo. La amante de él , empezó a acosarla para presionar y que esta firmara lo antes posible. Fueron momentos horribles en los que tuvo que soportar llamadas con insultos y situaciones que incomodaban, dándose cuenta que la mujer de mi tío era una mala y ruin mujer. El colmo de los insultos llegó a tal grado que muchas veces sus hijos (mis primos) llegaron a contestar y escuchar palabras obscenas o calificativos lamentables por parte de esa señora. De tal manera que mi tía en vez de acelerar el proceso de divorcio, lo detuvo y juró jamás firmar. Con esto lanzó una advertencia a esa mujer de que siempre sería la amante hasta que ella muriera. Eso fue, el principio del infierno para mis tías.


Las cosas para mi tía Lore, comenzaron a ir mal. Enfermedades, rupturas, el dinero no le rendía, problemas y más problemas, uno tras otro y sin poder ver la salida. De tal suerte que alguien le sugirió ir con un brujo para que le hicieran una limpia y quizás descubrir de donde venia el mal. Aunque ella intuía que era la amante de su aun esposo la que le había ocasionado todo ese infierno. Así llegó con un supuesto brujo que atendía en su casa en una colonia popular. Al llegar a su consultorio notó que ese lugar era obscuro y claustrofóbico, iluminado con velas y adornado con efigies y fetiches de la muerte y otra parafernalia religiosa que le daban un aspecto aun mas lúgubre. El brujo, hombre mayor y con mirada torva atendió a mi tía. Primero leyéndole las cartas y luego haciéndole una limpia con un huevo de patio y una “escoba” de hierbas de olor. Luego de terminar con este proceso el hombre vertió el huevo en un vaso de agua y lo revisó. Después de un largo silencio y pensar, le confirmó sobre un trabajo que habían dejado enterrado en uno de los rosales de su jardín. Ahí estaba el maleficio y si quería volver a su vida habitual habría de desenterrarlo y quemar eso para quitar el mal.

Mi tía un poco incrédula; pero movida por la curiosidad, investigó en su casa y pensaba que eso era algo imposible e improbable por que el fraccionamiento donde vivía era exclusivo y no podía entrar nadie. Además su casa tenía una reja muy maciza y difícil de brincar. Al llegar lo primero que hizo fue comenzar a escarbar alrededor de los rosales que tenía en su jardín, uno a uno removió la tierra y casi se da por vencida cuando encontró algo muy extraño debajo de uno.

Era un paquete, un envoltorio hecho con una bolsa de basura, cinta de aislar y una hoja pegada con el nombre de mi tía escrito varias veces. Dentro de el había tierra seca y un pequeño ataúd hecho de madera, en el interior había cosas asquerosas y hediondas, rodeando una foto de mi tía y cosas personales. Al ver todo eso se quedó helada y le entró un temor; pero después del miedo tuvo coraje y quemó todo aquello. Quiso vengarse y buscó ayuda para prepararse, aprender brujería y devolver el mal que le impusieron. Así que lo primero que hizo fue buscar al brujo que le había ayudado y que le enseñara; pero este al verla le dijo que ella no tenía la habilidad ni los dones para poder manejar las energías y las practicas de brujería. De tal manera que la obsesión de mi tía por lograr dominar esas artes la llevó a buscar en la familia quien pudiera tener esas habilidades o la sensibilidad para poder manejar lo sobrenatural y en cuanto detectaba a algún pariente lo trataba de convencer de que aprendiera estas artes obscuras.

Fue hasta que convenció a su propia hermana, mi tía Elena que vivía en Monterrey que aunque escéptica, todos sabíamos que era muy perceptiva para “ver” y “escuchar” cosas extrañas en el ambiente. Tal fue la insistencia de mi tía Lorena que logró que fueran con aquel brujo que la había ayudado. Al estar ahí lo primero que tenían que hacer era tener a un espíritu protector, un ánima que había que contactar, mi tía pensó en mis abuelos ya fallecidos. Lograron entonces ponerse en contacto con ellos, ella al ser una especie de “cajita” además, entró en una especie de trance que la dejó “ida” y sin ninguna emoción. Sin embargo algo salió mal, hubo un momento en que empezó a convulsionarse y a decir cosas sin sentido. Mi tía Lorena sin entender la magnitud del asunto vio como el brujo intentaba hacer “volver” a la tía Elena en sí, luego de mucho rato, el brujo por fin consiguió que Elena se calmara; pero era evidente que no estaba bien, su mirada y su aspecto eran otros.

Al paso de los días la salud y el aspecto de la tía Elena iban deteriorándose, no comía, dormía todo el día, y por la noches su sonambulismo la hacía salirse a la calle, llegó a un punto en el que presentó una crisis en su mente, tenia continuamente trastornos emocionales y decía cosas sin sentido todo el tiempo. Mi mamá y yo al saber de su situación la visitábamos frecuentemente, la amábamos mucho y nos dolía verla así, había cambiado mucho y repentinamente. Los doctores no se explicaban las causas que originaban sus padecimientos; pero nosotras intuimos que había sido a consecuencia de esa maldita practica esotérica la que la puso así. El punto crítico para nosotras llegó una tarde que la visitábamos y ella estando un poco lúcida, se paró frente a nosotras y nos dijo con mucha seriedad y viéndonos fijamente algo que nos preocupó:

“Como ven, la otra vez estaba en el tendedero; pero yo veo como que no me aguanta; pero estoy viendo que el closet si me aguanta. La otra vez puse un banquito y si me aguanta…”

Sin dar crédito a lo que decía, que fue demasiado preocupante e inquietante. Le preguntamos de que estaba hablando y ella con una frialdad y tranquilamente nos respondió:

“Pues, para suicidarme…”

Nuestras mentes se bloquearon y sentimos que la sangre se nos heló al escuchar aquel disparate, mi mama se paró y la sacudió reclamándole el por qué de eso que decía y ella sonriendo y cambiando su estado a uno más relajado empezó a reír nerviosamente diciendo que era una broma. Molestas dejamos de hablar de eso y nos fuimos de su casa, aunque preocupadas.

Después de ese momento pasaron unos meses y nos olvidamos de eso. Cierta mañana me llaman al trabajo y me informan que mi tía Elena había muerto, en ese momento sentí mucho dolor; pero asumía que no había resistido tantos padecimientos y por fin había perdido la lucha, esa tarde en el velorio uno de mis familiares me dijo que la habían hallado muerta en su recámara; la señora que iba a limpiar la casa, había llegado muy temprano, al abrir noto que no había nadie y eso le extrañó, comenzó a hacer sus deberes y al entrar en la habitación de mi tía Elena la vio ahí colgada del closet, amarró un pedazo de soga al tubo y simplemente se dejó caer, se había suicidado, había cumplido su promesa. Sentí una ira tan tremenda que comencé a llorar desgarradoramente, gritando sin control por toda la funeraria, las personas a mi alrededor se inquietaron de verme tan alterada y yo con la rabia de no poder creer que se hubiera matado.

Después del funeral, me acosté en la habitación que compartía con mi mamá, nuestras camas estaban juntas, las habíamos pegado para dormir una a lado de la otra. Estábamos rendidas física y emocionalmente así que me acomodé de lado y apenas puse la cabeza en la almohada y me quede profundamente dormida. Seria de madrugada cuando me desperté repentinamente y agitada, había tenido un mal sueño, supongo que había soñado con mi tía, estaba a obscuras y mi mama domina a mi lado. Podía escuchar su respiración. Al voltear a ver a mi mamá me quedé helada, una corriente eléctrica me recorrió de pies a cabeza y mi corazón comenzó a latir fuertemente, entre mi mamá y yo estaba acostada la presencia de mi tía Elena. En la obscuridad la alcanzaba a ver con su rostro inexpresivo y sus ojos bien abiertos viéndome fijamente. Yo sin poder hablar tan solo me quedé petrificada viendo como se deslizaba lentamente por las camas y se incorporaba para “caminar” hasta la entrada de la habitación, se paró en la puerta, hizo un ademán de despedida y desapareció ante mis ojos. Me quedé sin moverme y en silencio por un buen rato, hasta que recuperé la movilidad y desperté a mi mamá algo alterada y le conté lo sucedido, mi mamá sin dar crédito a lo que le decía tan solo me dijo que se había venido a despedir de nosotras.

Años después mi tía Lorena aun seguía con su obsesión de conseguir el conocimiento de las artes obscuras, ya hasta había olvidado las razones para hacerlo; pero la vida le enseño una lección que jamás olvidaría. Encontró quien pudiera desarrollar habilidades paranormales a su antojo: Su hija Sofía, de algún modo mi prima tenía esa habilidad de la clarividencia y en cierta ocasión cuando apenas había desarrollado ese don, mi tía le pido que contactara a mi tía Elena y rápidamente entró en contacto con ella. La pregunta que todos teníamos era: ¿Por qué se había suicidado? A través de mi prima habló, era la voz de ella la que salió de la garganta de mi prima. El espíritu de mi tía dijo que sus enfermedades derivaban de ver una infinidad de cosas siniestras a su alrededor; seres obscuros intentaban entrar en comunicación con ella y que cuando se hicieron escuchar en su cabeza, le ordenaron que se quitara la vida. Al no poder soportar las muchas voces que hablaban al mismo tiempo diciéndole que se matara por fin lo hizo y con ello se condenó, ya que a pesar que nosotros orábamos por el descanso de su alma, ella no podía ascender por haber cometido suicidio. La familia estuvo de acuerdo en que a partir del momento en que la tía Elena entró en aquel trance fallido comenzaron sus problemas y su repentina muerte.

Aun en estos días, el ir a su casa, es agobiante. El ambiente en ella es sofocante y una sensación de gran tristeza te invade apenas pones un pie dentro. Todos nuestros familiares coinciden en que les produce un gran desasosiego el recorrer el pasillo que conduce al cuarto de mi tía donde fue encontrada colgada ya sin vida. Aun en estos días, ella vaga sin descanso por los pasillos de su casa.

Si vas a copiar y pegar el relato menciona los créditos correspondientes de autor – relator y menciona la fuente donde lo tomaste EDUARDO LIÑAN-ESCRITOR, eso me ayuda a seguir publicando. Gracias.
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