Ajuste de cuentas

AJUSTE DE CUENTAS
Relato basado en hechos reales, contado por Ana Esteves
Escrito y Adaptado por Eduardo Liñán

Durante un tiempo me dediqué al esoterismo. Practicaba las limpias energéticas, la adivinación y diversas prácticas a las que la gente consideraría como Brujería. Confieso que tengo el don de ver y escuchar a los muertos y es una condición hereditaria en mi familia. Solo que yo soy la única mujer en la familia que no solo puede “escuchar” si no también “ver” a los muertos como cualquier persona viva. En diferentes sitios y lugares. Todo lo anterior me llevó a enfrentar diversas situaciones horribles y cosas bastante serias que me obligaron a retirarme de todo eso, de todas esas prácticas que me ponían en riesgo a mí y a mi familia. Este relato trata de eso.
En aquel tiempo mi hermano mayor se mudó de casa por una más amplia en una colonia al poniente de la ciudad. La casa la rentaba una tía de su esposa . La cual y luego de tener problemas con los anteriores inquilinos, la puso en renta con reservas. Mi hermano aprovechó la oportunidad y no hubo mayores problemas. El sabia que la tía de su esposa había tenido muchos problemas con los anteriores renteros y que tuvo que verse en la necesidad de correrlos a la mala y cambiar cerraduras. Esa fue la razón que la señora le dijo a mi hermano; pero la realidad era totalmente distinta e inquietante.


Las casa era de 3 niveles, y había sido remodelada con el paso del tiempo por lo que el tercer nivel era accesible por unas escaleras de caracol y tenía solo una salida a un cuarto de lavado y una pequeña terraza. Los demás cuartos eran de la construcción original. Mi hermano antes de mudarse quiso limpiar la casa y llevar algunas cosas, por lo que un día llegó y al intentar abrir la puerta, se le dificultó enormemente abrirla, pensando que quizás eran la llaves, la cerradura o algo que bloqueaba la puerta, empujó, pateó la puerta y después de un gran esfuerzo, logró conseguir acceder. Algo extraño; pero tenía que limpiar por lo que no le dio demasiada importancia. Comenzó a bajar sus cosas tranquilamente, en el segundo piso en el cuarto que daba a la calle y tenía un gran balcón, empezó a colocar las cosas de su bebé e instaló una lámpara colgante infantil. Luego de colocarla siguió con lo demás; pero algo llamó su atención al volver a entrar en esa habitación.

La lámpara colgante estaba bamboleándose de un lado a otro de una manera extraña, era imposible porque no había ventanas abiertas o corrientes de aire que la movieran de esa manera. De tal manera que mi hermano la tomó entre sus manos y la sostuvo para que no se cayera. Salió de la habitación por mas cosas y al regresar, la lámpara se movía de manera aun más violenta, de nueva cuenta la tomó y evitó que se moviera, sin tomarle mucha importancia, se dirigió al tercer piso y se percató que era una habitación amplia que tenía una salida a una pequeña terraza donde había un cuarto de lavado y notó que había apiladas varias cosas que supuso, serian de los anteriores inquilinos. Para no complicarse las metió en bolsas de basura y las acomodó para regresarlas en cuanto alguien preguntara por ellas. Mientas recogía otras cosas apiladas en el cuarto de lavado notó un olor putrefacto y pensó que quizás era el resumidero, al hacer a un lado unas cosas inservibles, se llevó una desagradable sorpresa al ver un par de perros muertos, estaban completamente podridos y llenos de gusanos, al parecer los amos los habían dejado a su suerte porque estaban amarrados. Con repugnancia metió los restos en una bolsa y terminó de limpiar todo aquel lugar. Sacó toda la basura de la casa y fue por su familia para por fin mudarse. A la mañana siguiente llegó toda la familia, su esposa y su bebé; al igual que el día anterior tuvo que esforzarse mucho para abrir la puerta que parecía atrancada por una fuerza invisible. Cuando por fin pudieron entrar, mi cuñada notó de inmediato que algo no estaba bien con el ambiente de la casa, incluso mi sobrina comenzó a llorar molesta por alguna razón. Ella comento que sintió una fuerte presión en su persona como una sofocación enorme y una pesadez en su cabeza que le hizo tener dolores . Al comentarle a mi hermano, con algo de molestia le dijo que se tranquilizara, que ya estaban ahí y que esas cosas de lo “pesado” no existían, que eran cosas inventadas..
A pesar de los malestares y el fastidio terminaron de instalarse en aquella casa y ya por la noche mi hermano se metió al baño a hacer sus necesidades, mientras fumaba, el silencio y la tranquilidad se rompió por los ruidos de unos golpes que parecían venir desde el tercer piso, en la puerta metálica de acceso a la terraza. Pensando que quizás se había quedado abierta y el aire la azotaba siguió en lo suyo y luego de un rato se escucharon tres golpes aun mas fuertes en la puerta. Gritándole a la esposa le pidió que cerrara la puerta de la terraza y no obtuvo respuesta.

En instantes volvió de nuevo a escuchar tres golpes aun mas fuertes en la puerta y esta vez se levantó enojado de la taza y se salió del baño a cerrar la puerta. Subió por las escaleras de caracol maldiciendo y al ir a la mitad de la subida de nueva cuenta volvió a escuchar tres golpes que taladraron sus oídos y al llegar su sorpresa fue mayúscula al ver que la puerta estaba atrancada, sin comprender que sucedía, revisó por todas partes la causa de los golpes y no encontró ninguna respuesta. Se dio la media vuelta para bajar y detrás escuchó que golpeaban la puerta violentamente tres veces. Eso fue el punto en el que el comenzó a sentir temor. Pálido y agitado bajó a su habitación y vio que su esposa estaba profundamente dormida al igual que su bebé.
Esa noche intentó dormir; pero se sentía incómodo, incrédulo y preocupado por los “detalles” que estaba pasando. Intentando darle una explicación supuso que alguien estaría intentando entrar a robar; pero era improbable, por la parte de arriba era imposible entrar o salir. Al llegar el día, salieron a sus labores y regresaron ya tarde a la casa. De nueva cuenta una fuerza invisible impedía que abrieran la puerta de la casa, por lo que mi hermano desesperado y harto de eso, pateó la puerta con fuerza y por fin la abrió. Cenaron, vieron la televisión y subieron después a dormir. El tenia como costumbre ir al baño y fumarse un cigarro antes, Estando sentado en la taza en silencio, le dió una calada al cigarro y escuchó un susurro, pensando que quizás había sido su mujer grito :¿Qué? y solo obtuvo más silencio en respuesta, al darle otra calada el cigarro esta vez escuchó el susurro cerca de su oído, la voz era masculina y le decía en forma violenta:
“Lárgate, Lárgate de aquí…”
Al voltear a ver quien le hablaba al oído por unos instantes y entre el humo del cigarro pudo ver una silueta, algo extraño que se formó por unos segundos. Sin pensarlo, se levanto, se aseo y salió corriendo del baño, en shock llegó a su cama donde su esposa dormía y la abrazó, temblando de miedo y sin poder explicarse que era lo que había sucedido. Al sentir la tensión y el miedo de su esposo, vio con preocupación el rostro pálido y alterado de mi hermano y al preguntarle el motivo, entre palabras entrecortadas y temblando le contó el evento sufrido. Ella comenzó a preocuparse y fue por el bebé y los tres intentaron dormir juntos. A la mañana siguiente me llamaron y me pidieron que fuera a la casa para hacer oración y regar agua bendita y no me dijeron la razón, así que me dispuse a ir por la tarde, algo extraño para mí, porque mi hermano siempre fue incrédulo y renuente a hacer cualquier práctica de “brujería” como él le llamaba.
Con algo de preocupación, mi mamá y yo convenimos a ir a la casa de mi hermano para orar y hacer alguna liberación con riegos y sahumerios. Invite a un amigo que hace oraciones de sanación a los enfermos y liberaciones para que no auxiliara a mi mamá y a mí, con la limpieza de la casa. Al llegar mi hermano nos vio con extrañeza y muy desconcertado. Veía en su rostro la incredulidad mezclada con miedo y algo de desasosiego. Me preguntaba mientras preparábamos algunas cosas, si eran los “espíritus chocarreros” en tono de burla y de manera nerviosa. A lo que no respondí y le pedí que saliera de la casa, me dispuse a comenzar con los riegos y oraciones de protección. Hasta ese momento no había sentido nada al entrar, fue al momento que encendí un sirio bendito que una sensación de melancolía y tristeza me invadió de una manera tal que sentí unas inmensas ganas de llorar. Sentí además miedo, angustia y enojo. Pude sentir esa sensación de manera clara en mi interior. En ese momento en mi mente escuchó susurros y luego frases claras de un hombre que me decía que nos retiráramos de ahí y que me llevara a ese “cabrón” de la casa, (refiriéndose a mi hermano) Pregunté en voz alta que estaba pasando y solo decía repetidamente que si no se iba, lo iba a matar.
Entonces hicimos un ritual en el cual se hace un círculo de alcohol y se coloca una vela en medio. Encendimos la vela y el círculo, las flamas azuladas empezaron a levantarse de una manera inusual, algo que jamás había visto hasta ese momento. Comenzamos a orar mi compañero y yo, mientras mi mamá nos observaba con algo de impresión y miedo.

Luego de orar y que las flamas se consumieran, nos dimos cuenta que mi mamá estaba rígida y con la mirada fija en nosotros, sus ojos estaban completamente abiertos y tenía una mano tapando su boca y en la otra apretaba una biblia que llevábamos para apoyarnos con las oraciones. Al verla sentí un profundo miedo que me recorrió todo el cuerpo. Mi amigo enseguida me frenó y me dijo que algo se había metido en ella y para descartar que no hubiera sido algo maligno le exigimos la biblia. Ella estaba inmóvil, sin parpadear y nos miraba fijamente. En el nombre de Jesucristo le pedimos que nos diera el libro y ella no se movía, estaba petrificada. Mi amigo me tranquilizó diciéndome que no era una posesión demoniaca, ya que de ser así, nos hubiera aventado la biblia; pero la imagen de mi mamá tapándose la boca y esos ojos, eran inquietantes. Mi amigo entonces se hechó agua bendita en las manos y la tomó por la frente haciendo unas oraciones en lenguas, en las cuales era entendido para afrontar esos casos en que los espíritus se introducían en el cuerpo de las personas y tomaban control. En instantes y luego de pronunciar unas palabras raras, mi mama se quitó la mano de la boca y comenzó a vomitar violentamente. Luego de devolver se sentó en el piso alterada y se quedó callada sin decir nada. La presencia que habitaba en la casa seguía ahí, intuía que eso era lo que se había metido en mi mamá y pregunté por qué no quería a mi hermano en la casa y no obtuve respuesta.
Después de un rato que mi mamá recuperó el aliento, se sentó en una silla y comenzó a hablar. Nos dijo que lo que estaba en la casa era un joven, que durante el tiempo que vivió en la casa, estuvo trabajando para un grupo delincuencial, que cuando la ola de violencia azotó la ciudad y provocó una guerra por la plaza, miembros de un grupo rival entraron a su casa con intención de matarlo y lo habían asesinado en el tercer piso a golpes y se lo llevaron para cortarlo en pedazos, que si no se iba mi hermano de ahí, el lo iba a matar.
Subimos entonces mi amigo y yo al tercer piso a hacer riegos y oraciones y luego de entrar en el cuarto sentí escalofríos al ver al joven muerto hincado viendo a la pared, su aspecto era normal, no tenía heridas o mal aspecto. Al comenzar las oraciones aquel espíritu me habló y me dijo que no quería dañar a mi hermano, solo quería que se fuera de ahí como fuera, por que los sicarios regresarían a la casa, si lo encontraban ahí lo matarían a él y a su familia. Ya que aun buscaban a su familia para exterminarla, ya que a los pocos días de matarlo, levantaron a su hermana y a su tío en la casa y de igual manera los mataron y los desaparecieron. De alguna manera la presencia de su hermana también estaba ahí con él y aceptó la luz; pero el joven no quería retirarse hasta que mi hermano saliera de la casa.
Hicimos entonces un acuerdo para que el alcanzara la luz, mi hermano tenía que salirse y el se iría en un plazo de tres días, luego su presencia se perdió en las sombras de la casa. Al revisar los restos de cera de la veladora que encendimos; Mi amigo me dijo algo que me desconcertó. Y fue que al joven ya muerto le habían mutilado los testículos y que eso fue lo último que le cortaron. Sin comentar nada mas, le llamamos a mi hermano y le platicamos todo lo que habíamos visto y escuchado. El incrédulo y sin poder asimilar los hechos, se sentó y escuchó detenidamente las advertencias, con temor aceptó irse de la casa sin decirle a su esposa. Esa noche no durmió en la casa y al día siguiente contrató a dos muchachos para que le ayudaran a sacar sus cosas, para salirse inmediatamente de la casa.

Yo acompañé a mi hermano en todo momento, porque a pesar de hacerse el fuerte, tenía mucho miedo de que algo le llegara a pasar.
Cuando sacaban las cosas y tomaron un descanso unos de los jóvenes que vivía en la zona, le comentó algo a mi hermano. Le preguntó que si había estado viviendo ahí y que cuanto tiempo. Que si había conocido a los que rentaban antes la propiedad, a lo que mi hermano respondió que no conoció a nadie. Que tenía que dejar la casa porque tenía que hacer un viaje. Entonces el joven ayudante en tono serio le dijo que ahí habían matado a un chavo que el conocía, que lo habían matado adentro y que lo sacaron de la casa y que después llegaron los sicarios y levantaron a la hermana y al tío de la casa, todos en la colonia supieron de esos hechos; pero por temor no decían o intervinieron en nada. Después se supo que sus restos mutilados los habían hallado esparcidos en el libramiento y que lo peor de todo es que al joven le habían cortado los testículos y se los habían metido en la boca y que aun seguían buscando a la familia del joven para matarlos a todos, que había sido bueno que se fuera de ahí, por que quizás lo habrían confundido.
Mi hermano en tono condescendiente le dijo: que mala onda y siguió con lo suyo, aunque el miedo y el temor de ser asesinado el y su familia lo dejo nervioso y enfermo, porque ya le habíamos dicho todo a él, de como había muerto el joven. Al sacar los últimos muebles, oré unas ultimas oraciones y encendí una veladora, deseando que el alma del joven encontrara la luz y la paz. Días después y por dichos de la tía de la esposa de mi hermano (dueña de la casa) nos enteramos que habían allanado la casa y la habían “balaceado”, pintarrajearon las paredes con advertencias. Pensando en todo lo que ocurrió dentro de la casa, respiré un poco tranquila de que mi hermano no estuviera en ese momento en la casa, de lo contrario hubiéramos lamentado una tragedia. Agradecí al alma del joven y pedí por el perdón de su alma. Por haber salvado a mi hermano y su familia. La casa posteriormente se vendió para no tener más problemas. Hasta ahora no se si el joven se fue o sigue penando en esa casa, es algo que jamás sabré. Esta historia es real y todos estos eventos sucedieron.
~Eduardo Liñán

(Si copias o compartes este relato, menciona y cita los créditos correspondientes. Es una condición de honestidad y honradez darle el crédito a quién lo merece)

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