EL RITUAL

EL RITUAL
Relato basado en experiencias reales de Joaquín Garza
Escrito y Adaptado por Eduardo Liñán

Me llamo Joaquín y tengo 30 años, mi historia extraña comienza en un viaje que tuvimos mi novia a la que llamaré Carmina y yo a la ciudad de Tampico, nosotros somos de Monterrey. En aquel tiempo la rutina de nuestros trabajos nos puso al borde del rompimiento e ideamos un viaje para alejarnos de todas las responsabilidades y nuestros problemas de pareja fueran resueltos. Por aquel entonces ella comenzó a involucrarse en creencias religiosas algo extremas, siempre fue adoradora de la santísima y aunque eso no me causaba problemas, lo peor llegó cuando llevó a la casa una figurilla de un tipo de demonio llamado “asmodeo”; un personaje horrible montado sobre una especie de piedra con un rostro de locura y ojos saltones que me inquietó de inmediato.

Siempre respeté sus creencias; pero se comenzó a involucrar tanto en eso que abrió una brecha entre nosotros. Las primeras señales de que algo no andaba bien fueron cuando empezó a hacer reuniones en la casa con gente rara y de aspecto siniestro, vestidas de negro con botas altas y peinados raros. Yo siempre fui muy pulcro y “estirado”, creyente de Dios y asistente a misas dominicales; pero ella era del tipo Dark con aires de vampiresa; quizás por eso nos complementamos bien en un principio. Comenzamos a tener discusiones por cualquier cosa; pero a pesar de todo eso nos queríamos y nos perdonábamos. Sin embargo en una ultima discusión casi estuvimos a punto de terminar, por lo que hablamos y llegamos a un acuerdo y era irnos de la ciudad para tener un momento romántico y un viaje de acercamiento. Tras prepararme con maletas, me fui a un centro comercial a comprar algunas cosas que ella me había anotado: Chocolate liquido, Crema batida, vino, velas, incienso y pilas (para sus vibradores). Como le encantaban las cosas tipo góticas y darks, me metí a una tienda especializada en esos afiches y ropa en la que ella comúnmente compraba y decidí regalarle algún atuendo sensual para la ocasión. Como no tenía una idea que llevar la encargada me ayudó a escoger un conjunto de lencería sensual con ligueros y tanga, todo negro de encaje que era bastante revelador; para llevarle el conjunto completo, compré unas medias negras que tenían un tacto increíble y delicioso. Ya por la mañana salimos de la ciudad, dispuestos a la aventura.

Todo fue muy bien durante el trayecto, nos fuimos parando en muchos sitios para tomar fotos, ya que ella se dedica a eso y al arte “obscuro”. Al llegar a la ciudad me pidió que hiciéramos algo distinto y que confiara en ella; que era por nuestro bien hacerlo. Yo solo me dejé llevar por ella; siempre tenía ideas raras pero placenteras. Así que llegamos a buscar a unos amigos que practicaban las mismas creencias de mi novia. Raros todos, con aspecto siniestro. Había una mujer entre esas personas aun más rara, con cabellos rojos y negros, pintada de una manera extravagante y con vestimentas aun más extrañas; pero me inquieto apenas la vi, luego de los habituales saludos, me miro y me recorrió de pies a cabeza. Luego besó a mi novia de una manera morbosa mientras le apretaba los senos con bastante lujuria. Eso me incomodó y salimos de ahí a recorrer la playa, durante el trayecto no platicamos nada. Estaba molesto por esa acción un tanto lésbica y aberrante para mí. La mujer se hacía llamar “Divina”. Carmina me miraba y notaba mi molestia; en cierto momento paramos para cargar gasolina a la entrada del corredor urbano y mi novia se pasó al asiento trasero del vehículo. Cuando regresé estaban besándose de nueva cuenta. No sabía que pensar y les grité reclamándoles la acción. Carmina salió del auto un tanto molesta y me dijo:

– Prometiste hacer lo que te pidiera para pasarla bien, vas a cooperar o ahora mismo te regresas solo a Monterrey.

Esa advertencia me molestó de sobremanera y estuve a punto de irme; pero en eso la mujer salió del vehículo y se fue sobre mí, comenzó a besarme y lejos de sentir repulsión, algo despertó en mi, una lujuria inexplicable que hizo que mi miembro se tornara duro y encendiendo los ánimos de Divina y mi novia.
Sin pensar, ni comprender que sucedía, buscamos un motel y para nuestra suerte encontramos uno a unos metros más adelante llamado “Miramar Plaza”. Pedí una habitación y me dieron la mejor, al entrar el lugar era agradable, tenía una gran cama, espejos, mobiliario para el sexo y una pequeña piscina afuera de la habitación que se tornaba agradable. Enseguida de entrar, mi novia sacó su maleta del carro y Divina llevó la suya. Comenzando a sacar cosas raras de ella, entre esos objetos la figurilla del demonio asmodeo y velas negras, eso me inquietó aun mas, por que dibujaron cosas raras al centro de la habitación y alrededor de la cama. Sin comprender que sucedía, ambas se despojaron de sus ropas , quedando completamente desnudas. Mi novia se colocó una bata negra, mientras que Divina se puso una túnica negra con capucha y empezaron a orar cosas raras, en lenguajes aun más raros. Luego de un rato las luces de la velas parpadearon y el ambiente se tornó aun mas frio, una rara e inusual pestilencia se dejó sentir en la habitación; Era sutil pero olía extraño, luego ambas se acercaron y me dijeron que su señor asmodeo había aceptado la invitación y seria testigo de la adoración y sacrificio que haríamos. Yo estaba temeroso y lleno de miedo, quise salir de ahí, pensando que quizás el sacrificio seria yo; pero pudo más el amor que sentía por mi novia y a lujuria que despertaba Divina que mis nervios. Me atraía la idea de un trío con esa mujer que lejos de ser extraña, tenía un cuerpo increíble y formas que rayaban en lo obsceno. Así que me dejé llevar por el teatrito. Abrimos la botella de vino y bebimos los tres de una copa ritual con otros elementos que causaron furor en mí y me acrecentaron los sentidos. Tanto que comencé a sentir que había sombras y cosas raras salir de los espejos y recorrer la habitación. Enseguida mi novia se sentó en un sillón con las piernas entreabiertas y comenzó a tocarse el sexo, en tanto Divina le daba un último sorbo al vino y de su maleta sacó unos objetos raros y sexuales que nunca había visto, fuetes de cuero, esposas, cuerdas y lubricantes. Enseguida me paró al centro del círculo con símbolos raros dibujado en el piso y me quitó la camisa, en tanto me ataba las manos en la espalda, en ese momento sentí un escalofrío. Mis muñecas quedaron tensas con la cuerda de terciopelo que me hizo sentir comodidad. Después ató mis codos y eso ya no me gustó. Mi novia entonces dijo que estaba completamente excitada de verme sometido y que iba a sentir lo que era estar indefenso y a merced de su señor. Por alguna extraña razón yo también estaba excitado, Divina me despojó del pantalón y el bóxer, dejando brotar una dura y firme erección, en tanto mi pene se bamboleaba de un lado a otro; me arrodilló y puso la punta de sus tacones en mi espalda y me envolvió las manos con cinta gris, cuando por fin estuvieron cubiertas por completo me llevó a una silla y me ató con una cuerda de terciopelo por la cintura y los hombros, cuyo contacto era confortable. Los tobillos me los ató a las patas traseras de la silla y quede completamente expuesto. Mientras esto pasaba mi novia se levanto del sillón donde estaba masturbándose, tomó la bolsa donde había metido su regalo y sin decir nada se metió al baño.

Luego de un rato, salió y traía puesto el conjunto que le había regalado y unos zapatos de charol negros con tacón muy delgado que contrastaban con el atuendo. Estaba realmente espectacular; muchísimo mas sensual de lo que me imaginaba. Mi novia siempre ha tenido un cuerpo bien torneado resultado de horas en el gimnasio y la lencería siempre le quedaba tremendamente mortal. El solo verla así hizo que mi pene se endureciera tanto que comenzó a molestarme, al verlo tenia las venas saltadas de la tensión. Divina se dirigió entonces al pequeño altar que habían hecho en la cómoda y e hizo unas oraciones, yo tenía ansiedad por tener sexo, mi novia se acercó a mí y me tomó de los cabellos, me metió la lengua en la boca, dándome un beso que casi me ahoga.

Entonces sucedió algo raro en la habitación, la luces comenzaron a parpadear y el olor extraño se hizo mas penetrante. En el área donde estaba la pequeña alberca, pude notar la presencia de una sombra amorfa que simplemente estaba ahí como observando toda la escena, no sé si serian las drogas que me dieron en el vaso de vino, que sentí que esa cosa tenía unos ojos brillantes y sonreía de manera morbosa. Enseguida Divina se dirigió a nosotros y traía una pequeña daga en su mano, eso hizo que la erección y la excitación que traía comenzara a disminuir, al sentir eso mi novia se agacho y comenzó a lamerme el pene; pero yo estaba preocupado por la acción de Divina, la cual me hizo un corte en el pecho que dejó salir un poco de sangre, De algún modo el dolor hizo que la excitación volviera y sentí que mi pene despertaba nuevamente. Todo aquello era inquietante, la presencia del mal, el acto pagano que estábamos realizando y el momento sexual que además era tremendamente lujurioso. En tanto mi novia me daba chupadas en los testículos y se metía la mano en la tanga para masturbarse, Divina se acercó y me susurro al oído.

“Te vamos a coger hasta que mueras…”

Ya para ese momento estaba casi a punto de venirme y le supliqué terminar en su boca, Mi novia comenzó a reírse al igual de Divina y me dijeron que no podía pedir nada, que los perros no hablan, Luego me colocaron en posición frente a la cama y comenzaron a besarse, mientras se acostaban, Mi novia quedó expuesta con las piernas abiertas y Divina me observaba con una mirada cargada de lujuria y comenzó a lamer el cuerpo de mi novia desde el cuello hasta su vagina, recorriendo su lengua por encima de la tanga, la mezcla de saliva y flujo vaginal era evidente, tanto que se mojó la cama. Yo estaba con la cabeza reventada de los deseos inimaginables que tenia, sentía desesperación por participar de aquel festín.

Las presencias en el cuarto a medida que se realizaba el acto carnal entre las dos mujeres parecían incrementar los fenómenos, las luces parpadeaban y ruidos raros provenían de fuera y del interior del baño, el ambiente en la habitación aparte de frío se tornó raro, atemorizante. Era claro que había algo ahí, algo maligno, algo que no alcanzaba a comprender muy bien; pero estaba más absorto en la escena lésbica que tenía enfrente de mí. Divina acariciaba el vientre y los senos de Carmina, los tenia duros y créspitos ; se le notaban por entre la tela delgada de gasa del conjunto, Mientras introducía la lengua con prestancia en su vagina y sobre la tanga, las piernas de mi novia temblaban y emitía gemidos de gozo. Divina comenzó a mordisquear la empapada prenda y la hizo a un lado al tiempo que con una de sus manos le abría los labios vaginales para que un par de sus dedos se escurrieran en el hueco húmedo. Con la otra mano sacaba los pechos del sostén de encaje y los apretaba con morbo, y me veía con un rostro lleno de lujuria y soberbia, como burlándose de mi por las ganas frustradas. El asombro de mis ojos se incrementó como mis ganas, al tiempo que mi novia rompía el silencio con gemidos sordos que inundaron la habitación. Divina retiró la tanga espesa de tantos flujos la arrojó a la cama y siguió metiendo la lengua más rápido y más adentro de la vagina de mi novia, su lengua la estaba cogiendo como siempre soñé hacerlo. Después de un momento , Carmina tuvo un orgasmo y me vio con un rostro enrojecido de satisfacción. Yo estaba desesperado por desatarme y la tortura se hizo más evidente. Luego se levantaron de la cama y mi novia escurría de baba y flujo. En tanto Divina empezó a dibujarle símbolos raros con un marcador, al igual que a mí. Parecía que el ritual iba a ser completado.

Luego me colocó un pañuelo de seda y me vendó los ojos, puso un par de trozos de cinta alrededor de la cara para que no me lo pudiera quitar, unos tapones en los oídos para evitar que pudiera escuchar algo y de igual forma me colocó cinta adhesiva para asegurarlos. Me introdujo un trozo de tela húmeda en la boca y luego una correa con una bola de plástico que me aseguró con broches haciendo imposible mover la boca o hablar. La tela que tenía en la boca tenía un sabor raro, pero la consistencia era de encajes y entonces entendí que lo que tenia era la tanga empapada de mi novia en la boca. Estaba completamente indefenso, sin poder moverme, ver, oír o hablar y no tenía la posibilidad de soltarme, la desesperación me invadió al no poder controlar mis movimientos y por un momento mis sentidos se alertaron al sentir el toque de unas manos extrañas en mi cabeza. No eran de las mujeres, eran de algo mas, estaban ardiendo y parecían tomarme con fuerza de los cabellos. Sentí un pánico tremendo y una vulnerabilidad que me causó horror.

Antes de que mi mente colapsara, sentí una boca que me mordisqueaba los testículos mientras que una mano femenina me acariciaba el miembro con mucha prestancia y lo sostenía firmemente, luego dio paso a las chupadas y los dientes me lastimaban, las pequeñas mordidas que me producía esa boca desconocida me causaban furor y una tremenda erección. Antes de venirme, paró; me desataron de la silla y me aventaron a la cama, el ambiente se tornaba muy caliente y apestoso a azufre. Era como si estuviera en presencia del mal y me inquietaba que también participara del festín de la carne hecho conmigo.
Estando acostado me desataron de los brazos y me ataron nuevamente, los pies, las rodillas y los brazos me quedaron atados a mi costado, no podía moverme nada; pero no sentía incomodidad, luego sentí como me colocaron una liga en la base del pene y alrededor del escroto para que este se mantuviera erecto, después una boca femenina comenzó a mamarme intensamente mi miembro erecto, mientras una cálida lengua recorría el tronco, una mano lo aprisionaba y otra frotaba la zona entre mi ano y el pene. Al inicio los movimientos eran suaves y pausados; pero poco a poco fue subiendo de intensidad hasta que me corrí, la oleada de semen que salió de mi, fue tal que sentí que me orinaba. En ese momento no había tenido en cuenta algo, a pesar de estar completamente aislado, sentí que había mas gente en la habitación, escuchaba a lo lejos ruiditos y conversaciones por lo bajo. No sabía que pensar, hasta ese momento solo me interesaba seguir participando de aquella situación excitante. Mientras aun seguía brotando semen de la cabeza de mi pene, sentí que me la seguían chupando, y me apretaban con fuerza, meneando de un lado a otro, enseguida sentí que introducían un objeto vibrante en mi ano que hizo que se intensificaran las sensaciones de la venida. Yo intentaba gemir, gritar; pero era imposible por la mordaza que llevaba, mi corazón latía tan fuerte que era lo único que podía escuchar y sentía que se me salía del pecho. Las manos continuaron masturbándome por unos minutos y me volví a venir; pero ahora con menos intensidad aunque me hizo temblar cada fibra de mi ser y antes de que terminara, las manos se retiraron de mí y me dejaron tendido en la cama. Sentía que me hacían algo sobre el cuerpo y de nueva cuenta el dolor, sentí que me hacían una herida y después algo chupaba la sangre; la sensación me indicó que era un hombre, la barba y la piel áspera me alertó e intenté sin éxito moverme o gritar para expresar mi miedo y mi incomodidad.

Luego de esto, me calmé y quise escuchar, oía voces, muchas voces que gritaban o decían cosas que no alcanzaba a comprender muy bien. Entonces caí en la cuenta que había mas personas en la habitación, no sabía con que intenciones; pero era claro que había muchas. Estuve por un largo rato atado en la cama, no podía moverme, quise gritar sin éxito, solo gemidos salían de mi boca. Después sentí como unas manos comenzaron a masturbarme, las manos tenían algo que las hacía resbalosas y calientes. Eso me prendió rápidamente, la erección y el deseo volvieron a mí y estando en el clímax, sentí que una mujer se sentaba en mi erección introduciendo el ano en mi virilidad. Mientras permanecía inmóvil yo intenté mover la cadera para penetrar más profundo, cuando me rendí, aquel culo sobre mí, comenzó a moverse violentamente; la presión ejercida y el roce hizo que mi pene pidiera clemencia, sentí dolor, excitación, morirme. Luego una sensación de mareo mezclado con sofocación hizo que me alertara. y es que algo tenía en el cuello que me ahorcaba y luego me taparon la cara con el culo de una mujer, y eso me provocó que me asfixiara lentamente en tanto que me corría en la cavidad que me estaba masacrando mi miembro. La sofocación con la venida hizo que mi ser sucumbiera de placer, dolor y la sensación de muerte. Luego la nada, perdí el sentido de la realidad y me desvanecí.

Cuando desperté, estaba desatado, sin cintas ni cosas que me aprisionaran; la habitación estaba obscura y la pestilencia continuaba pero con menos intensidad. El lugar olía a cera quemada, a sexo y otras cosas inimaginables. Todo estaba desordenado y al bajar de la cama, mi pie se topó con algo raro, al encender la luz mis sentidos se alertaron al ver que había varias personas acostadas, hombres y mujeres desnudos tendidos en el piso, dormían y parecían exhaustos. Entonces lo entendí, había sido una orgia. La finalidad fue hacer una adoración al demonio asmodeo patrono de los pecados carnales, y el que se encargó de inundarme en las turbias aguas de la lascivia. Me paré cuidadosamente, en el altar estaba la figurilla que parecía observarme complacido con esos ojos locos y desquiciados. Busqué a mi novia entre la carne que tenia a mis pies, sin encontrarla. No estaba Divina tampoco. Salí al patio con la pequeña alberca y ahí estaban, ambas bebían vino de unas copas y mi novia me sonrió complacida. No sabía que decirle, antes de que pudiera hablar me beso tiernamente y me invito a meterme a la piscina con ella y con Divina, Terminamos la noche bañándonos los tres y volcándome en sus curvas y sexos. Luego de aquella experiencia, regresamos a Monterrey y me integré al culto de asmodeo al que asistía mi novia, el club Swinger que formamos para adorarlo a través del pecado de la carne es todo un éxito en círculos cerrados y de gente poderosa. Sé que me ganaré el infierno; pero en tanto llego ahí, la pasare ahogado en el mar del deseo.

~Eduardo Liñán



(Si copias o compartes este relato, menciona y cita los créditos correspondientes. Es una condición de honestidad y honradez darle el crédito a quién lo merece)

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