LA NIÑA DE EL PANTEON

LA NIÑA DE EL PANTEON

El amor llamó a la puerta de Alejandro, a pesar de su carente situación económica María aceptó felizmente contraer nupcias con él, pues lo sabía luchador y esforzado. Como era de esperarse inicialmente batallaron, más aún cuando llegaron a sus vidas sus dos hijos, la primera Nany y el segundo, Alejandro igual a su papá. Después de una búsqueda incansable de mejores oportunidades laborales, al fin logro emplearse en una de las empresas más portentosas de la república mexicana, la petrolera lo contrato como intendente y al notar su esfuerzo, pasado algún tiempo llegó a ser trabajador directo de la planta.


Así pasaron varios años y mostrando su dedicación se ubicó como jefe de su departamento, en vista de sus logros dentro de la empresa sus compañeros propusieron una celebración para festejar el ascenso y nuevo puesto de Alejandro, después de verificar varias opciones decidieron asistir a un balneario un fin de semana. Alejandro se encontraba completamente dichoso pues con su nuevo puesto vendrían cosas mejores para él y para su familia económicamente hablando.
Llego pues el fin de semana, todo estaba listo María y sus hijos y los amigos de Alejandro junto con sus respectivas familias tomaron el camión de primera clase para dirigirse a la diversión. Desde que llegaron la pasaron de maravilla, el domingo ya por la tarde Alejandro se encargó de pedir el mismo transporte que los había trasladado al balneario, le dijeron que sí, que llegaba aproximadamente en una hora por ellos para que estuvieran todos listos.
Esperaron por más de 3 horas y el camión no arribaba, Alejandro llamó varias veces muy molesto pero nadie atendía su llamada, minutos más tarde por fin llego el camión pero no era el que él había pedido, todos estaban agotados y querían llegar a sus hogares así que lo abordaron.
De regreso al estar a medio camino todos dormían, pero Alejandro presintiendo algo despertó, al abrir los ojos noto que el camión circulaba cada vez más rápido de lo normal, se acercó al chofer para cuestionar la velocidad tan alta y cuando llegó a él lo primero que vio fue que no tenía las manos al volante, percibió su rostro blanco, más bien pálido y en sus facciones una expresión de miedo, al preguntarle qué era lo que estaba sucediendo, este le contestó:
-“El camión se quedó sin frenos”-
Sorteo algunas curvas con éxito, pero lo inevitable sucedió, el camión cayó por un barranco.
Alejandro quedó inconsciente por dos días, durante el accidente había salido volando por el parabrisas y dándose un fuerte golpe en la cabeza quedó tendido a más de veinte metros por encima de la última ubicación del camión volcado.
Cuando recuperó la conciencia, los doctores le explicaron lo sucedido y le dieron la terrible noticia, al haber salido por el parabrisas aquella tarde, solo él había salido con vida de aquel fatídico accidente.
Insistió en ver a su esposa e hijos hasta que obtuvo el permiso de los médicos, fue trasladado al sitio donde eran velados, Alejandro no soporto la impresión de ver a su familia yaciendo dentro de los ataúdes y cayó desmayado.
Al siguiente día despertó, trató de asimilar la situación y un poco más tranquilo acudió al sepelio. Consecuencia de su gran dolor y duelo no elevó ninguna plegaria, se sentía decepcionado.
Pasaron varios días y Alejandro asistía al camposanto casi a diario. En una ocasión vio el carro de otros visitantes chocado en la pared interna del panteón, le extrañó un poco pero no le dio importancia hasta que noto que fueron varias las ocasiones en que sucedió lo mismo casi siempre a la misma altura del camino dentro del panteón.
Los trabajadores del panteón comenzaron a decir que pasaban cosas extrañas, pues todos los conductores que habían chocado afirmaban haber visto una niña salir de entre las tumbas caminando sola y atravesar la breve calle y al tratar de esquivarla chocaban contra la barda, lo sorprendente era que al descender de sus autos y verificar que la niña estuviera bien, no encontraban a la infante por ningún lado.
Otras ocasiones, algunas personas aseguraron ver a la misma niña transitar entre las tumbas mientras ellas realizaban la visita a sus difuntos y que al pasar junto a ellas se le escuchaba decir “recen por mí”, al igual que los conductores, fueron varios los eventos y esto se presentaba aún con la luz del día.
Uno de los trabajadores al ver que Alejandro visitaba a diario el panteón se atrevió a preguntarle frente al mausoleo de su familia quienes eran las personas que estaban “descansando ahí” él le contó la historia y con lágrimas en los ojos narró la vestimenta de sus niños, el trabajador se sorprendió al escuchar sobre el vestido blanco de Nany, sus dos coletas en el cabello y los guantes blancos en sus manos, era precisamente la descripción que los conductores y asistentes habían dado de la niña que veían pasear por el panteón. Amablemente le contó los sucesos a Alejandro y esté logró comprender los eventos de los autos que chocaban a escasos metros de la tumba de sus seres amados.
Estando solo, Alejandro se arrodillo frente al sepulcro y alzó los ojos al cielo pidió perdón a Dios y por el descanso eterno de su esposa e hijos, los bendijo y se despidió de ellos con mucho amor.
Después de ese día Alejandro continuó con su vida, los visitaba una vez al mes y de las apariciones de la niña del vestido blanco no se volvió a saber nunca más.

Escrita y adaptada por Aaron Gonzalez

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