Retiro Espiritual
RETIRO
Relato basado en una experiencia real de I. FLores Hernandez
Escrito y Adaptado por Eduardo Eduardo LiƱan
Esta historia me ocurrió el aƱo pasado. Mis padres me enviaron a un retiro espiritual a un rancho en un ejido a unas horas de la ciudad. Mi vida en ese entonces era un sinnĆŗmero de dudas e inquietudes que no podĆa resolver. Mis decisiones equivocadas me llevaron a enfrentar situaciones terribles en mi vida y me pusieron en abismos de los cuales con trabajo salĆa. Gracias a la ayuda de mis padres. Cuando pensaba que todo estaba perdido para mi, conocĆ a una persona que hizo que me acercara a Dios y aunque renuente, quise involucrarme aun sin tener fĆ© o solo por el hecho de hacer algo distinto en mi vida. AsĆ pues esa decisión me llevó a aquel lugar en el cual enfrentĆ© situaciones que me ayudaron a acercarme a Dios y tener de nuevo fĆ© en Ć©l. Dicen que los caminos del seƱor son inexpugnables y cada uno nos lleva a Ć©l sin remedio. El camino que me llevó a Ć©l estuvo lleno de horrores que hasta la fecha no he podido explicar.
Fue un sĆ”bado por la madrugada que debĆamos llegar a una plaza y de ahĆ tomar un autobĆŗs que nos llevarĆa a varios jóvenes al rancho de retiro. Cuando lleguĆ©, sentĆa apatĆa y sueƱo, quise decirles que no a mis padres; pero ya estaba ahĆ. Estacionamos el auto a unos metros del autobĆŗs y salĆ a tomar un poco de aire antes de abordar. A lo lejos podĆa ver a numerosas familias que iban a despedir a sus hijos y ellos se veĆan hasta felices por irse. A mĆ me daba igual y a mis padres parecĆa gustarles la idea de que tomara otro rumbo mi vida. Antes de abordar, pude notar como venia un indigente andrajoso y lleno de mugre y suciedad que me veĆa con cierta mirada burlona y al pasar por enfrente, la hediondez y lo peor de la podredumbre humana me inundo las narices, haciĆ©ndome sentir el peor de los ascos. apenas pasó enfrente de mĆ, le escuchĆ© decir unas palabras que me desconcertaron. ” Aunque te quites y aunque te pongas”. y sonrió de una manera morbosa.
Sin mas subĆ al autobĆŗs y caminĆ© hasta el fondo del pasillo, rogando por quĆ© no me tocara un compaƱero platicador o una mujer remolona. Para mi suerte me fui solo en todo el camino. Me despertĆ© abruptamente cuando el camión encendió las luces y el coordinador nos dijo que habĆamos llegado. AsĆ que poco a poco fuimos bajando del autobĆŗs. El rancho se veĆa como todos los lugares rurales. Verde por todos lados, arboles que rodeaban la propiedad y una construcción enorme, aparentemente moderna al centro que contaba con todos los servicios. Cuando nos reunimos con nuestras maletas en un gran salón, un padre llegó a bendecirnos y platicar el motivo por el que estarĆamos ahĆ dos largas semanas. Luego nos asignaron un lugar para dormir. Eran unos cuartos grandes en donde habĆa literas a lo largo de aquel cuarto. Uno para hombres y otro para mujeres.
No pude evitar sentir que el ambiente en el lugar era bastante tranquilo; pero habĆa algo que no me gustaba y era una sensación de ser observado todo el tiempo, como si algo hiciera que sintiera deseos de irme de ahĆ a como fuera; pero eso era difĆcil. AsĆ que ya estaba ahĆ y me convenĆa hacer un amigo para sobrellevar el encierro y las platicas teológicas. Esa misma tarde nos reunimos todos los jóvenes en una gran galera rodeada de Ć”rboles y un pozo, en contacto con la naturaleza. El padre encargado del retiro, era un hombre anciano y te inspiraba respeto, seguro de lo que hablaba y con el don de convencimiento. Comenzó a hablar de Dios y nuestra misión en el mundo. Duró mucho tiempo platicando y cuando tocó hablar de la maldad reinante en el mundo y su representante. Sucedió algo insólito que me dejó helado. Cuando mencionó el nombre de SatanĆ”s pudimos ver como una culebra atravesaba el recinto y se ocultaba en el pozo seco que estaba a un lado, despuĆ©s vimos como pequeƱos insectos que salĆan de ahĆ y bailoteaban por todo el lugar. Eran araƱas negras que parecĆan moverse en dirección a nosotros. El padre al ver esta situación simplemente cerro la reunión y nos pidió que nos retirĆ”ramos. Aquello fue alucinante.
Estando en el dormitorio, comencĆ© a platicar con un joven, hablĆ© con el por quĆ© estaba algo nervioso por lo que habĆa visto y no sĆ© si fue empĆ”tico o realmente estaba asustado que me comenzó a decir que ese lugar me iba a cambiar. Ćl pensaba que todo eran trucos de los mismos religiosos, para hacerte tener fĆ© a la brava, nunca pensĆ© eso y le di la razón, todo era preparado y no lo habĆa visto. Nos acomodamos en nuestras camas que estaban pegadas al extremo de la habitación, de frente habĆa una puerta que daba acceso a un patio trasero lleno de maleza y Ć”rboles y que estaba cerrada con un grueso candado. EstĆ”bamos todos terminando de desempacar; yo estaba concentrado y al no conocernos todos estĆ”bamos en completo silencio; no tenĆamos telĆ©fonos, ni mĆŗsica, ni nada que nos distrajera. De pronto el silencio fue interrumpido por un grito extraƱo, de un hombre. DecĆa algo que no alcanzamos a entender y luego unas carcajadas que resonaron en el monte. Todos nos vimos extraƱados y fuimos a investigar por la ventana que daba al patio, estaba todo obscuro. Sin saber que pensar, nos pusimos todos nerviosos; pero no querĆamos demostrarlo, en especial yo.
Antes de acostarnos, todos nos baƱamos y al salir del baƱo, me encontrĆ© con una coordinadora, que me preguntó si todo estaba bien, a lo que respondĆ que si y antes de retirarme no evitĆ© decirle lo que habĆa escuchado, se me quedó viendo con algo de incertidumbre y me dijo que fuera a dormir que revisarĆa todo. Sin pensar mĆ”s me voy a la cama y comencĆ© a platicar con el compaƱero de los sucesos y el diablo, haciendo teorĆas locas sobre lo que sucedĆa ahĆ. TenĆamos la luz apagada y sentĆa unas ganas enormes de fumar; pero nada de eso era permitido en el lugar y fue cuando dije algo fuera de lugar: “MatarĆa por un pinche cigarro…”
No terminĆ© de decir eso cuando notĆ© que en el ambiente se respiraba el olor caracterĆstico del humo de cigarro. Eso nos puso en alerta, mi compaƱero tambiĆ©n lo olió. Nos levantamos pensando en pedirle o comprarle uno a la persona que estuviera fumando, como todo estaba obscuro y todos dormĆan, vimos por la ventana que daba al patio trasero una luz que parecĆa ser un cigarro encendido, sin embargo la persona que fumaba no se alcanzaba a distinguir. Decidimos salir y caminar hasta la parte trasera para encontrarnos con el fumador. Todo estaba apagado y no habĆa nadie, asĆ que caminamos por un largo tramo y cuando llegamos no vimos a nadie, sin embargo el olor seguĆa ahĆ, luego de ver, mi compaƱero se dio cuenta que la persona se internaba en el monte y fuimos tras Ć©l. Luego de un rato de caminar entre Ć”rboles, llegamos a una especie de claro y no habĆa nadie. Decepcionados nos dimos la media vuelta y de pronto una voz raposa nos hizo estremecer. “¿Vas a matar por el cigarro?”
En ese momento nos volteamos con el corazón latiendo fuertemente y vimos que detrĆ”s nuestro habĆa una figura obscura que parecĆa estar fumando, no le vimos la cara o algo que lo identificara porque estaba en total penumbra, apenas iba a preguntar algo cuando una nube que cubrĆa la luz de la luna se movió e ilumino donde estĆ”bamos. El terror me invadió y sentĆ una corriente elĆ©ctrica recorrerme, me quedĆ© petrificado y con los ojos saltados, al ver que aquella aparición era algo que tenĆa un par de cuernos sobre la frente y unos ojos llameantes que reflejaban una violencia avasalladora. Mi compaƱero reaccionó mas rĆ”pido que yo y me jaló para que corriĆ©ramos, no sĆ© cuĆ”nto tiempo paso y llegamos al dormitorio con el corazón saliĆ©ndose de nuestros pechos. Yo estaba sudando a mares y antes de que pudiera pasar otra cosa, cubrĆ la ventana que daba al patio con la sĆ”bana de mi cama. EstĆ”bamos aterrados y comenzamos a llorar de angustia. Esa noche nos fue imposible dormir y rezamos todo el tiempo.
Por la maƱana, estĆ”bamos cansados y desvelados; tenĆamos temor, aun asĆ fuimos a las reuniones, querĆamos contarle a alguien y pensamos en los padres; pero nos iban a reprender o a burlarse de nosotros, asĆ que todo se lo achacamos a nuestra imaginación. Durante la plĆ”tica del retiro; nos hicieron hacer una dinĆ”mica para recibir el espĆritu santo en nuestros corazones, asĆ que cerramos nuestros ojos y mientras escuchĆ”bamos los rezos del padre, sucedió algo extraƱo. Una de las compaƱeras comenzó a tener convulsiones y a hablar de forma rara, enseguida que pasó esto el padre le habló a otro y terminó con la dinĆ”mica. El ambiente se empezó a poner raro, era tenso, sofocante y nos inundo una pestilencia como a animal muerto. Entonces los padres al ver y sentir lo que sucedĆa, se dijeron entre ellos mismos que debĆan llamar al padre Ramos y a otro pĆ”rroco cuyo nombre era extranjero. Durante la noche llegaron estas personas y comenzaron a rezar y a bendecir el lugar. Todo los demĆ”s cenĆ”bamos y el ambiente era sepulcral, nadie hablaba. De pronto ese silencio incómodo fue abruptamente interrumpido cuando se escucharon los gritos del padre Ramos, todos nos pusimos alerta y los coordinadores salieron pidiĆ©ndonos que nos quedĆ”ramos ahĆ en el comedor. Sin embargo todos nos asomamos a la ventana.
En el piso estaba tirado uno de los padres que auxiliaban a Ramos, se dolĆa de algo y mientras los demĆ”s lo levantaban el padre continuó con los rezos de forma enĆ©rgica y de pronto vimos algo que no hemos podido olvidar. El hombre fue abofeteado por algo invisible, una fuerza que no podĆamos ver lo hizo tambalear, a pesar de ser un hombre grande, cayó al piso por el tremendo golpe que recibió por algo que estaba ahĆ sin ser visto. Todos comenzamos a tener miedo y algunas mujeres lloraban aterradas al ver aquello. Mientras que otros sonreĆan burlĆ”ndose por que sabĆan que todo era un show, en cuanto entró el ayudante caĆdo los coordinadores le quitaron la camisa y vieron con horror unas grandes marcas en su espalda y pecho, eran como quemaduras y rasguƱos que le dolĆan enormemente. Entonces dijo algo que nos angustió mas.
“Es el maligno, anda ahĆ, lo vi y lo sentĆ como me dañó. Este lugar es peligroso para los jóvenes hay que mandarlos a sus casas.”
DespuĆ©s de decir eso, los coordinadores asintieron y acordaron que por la maƱana cerrarĆan el retiro y nos mandarĆan de regreso, en eso entró un padre que no habĆamos visto antes, este era anciano y parecĆa extranjero, al hablar nos dimos cuenta que hablaba con acento espaƱol, nos explicó de la situación que prevalecĆa en el lugar. Por alguna razón el mal estaba en el lugar y el Ćŗnico sitio donde no podĆa entrar era en la capilla por ser un lugar sagrado, asĆ que nos condujeron a todos a la capilla y comenzamos a rezar. Mientras el padre anciano hacia unos rezos y bendecĆa unas imĆ”genes, un fuerte ruido se dejo escuchar. Algo habĆa retumbado en el techo, algo pesado que hizo cimbrar el lugar y de pronto lo inimaginable. Las pisada de cascos, se escuchaba como unas pezuƱas caminaban por el techo y las paredes. Todos lo escuchamos, el padre besó su estola, claramente nervioso y se la colocó , tomando un libro de rezos, el agua bendita y salió del recinto. Otro padre lo acompaƱo y no supimos mas. Los ruidos cesaron y nos acomodamos para tratar de dormir, aunque nadie lo pudo hacer.
No sabĆa que pensar o que hacer. VeĆa a mis compaƱeras asustadas y a los demĆ”s con caras alargadas y preocupadas, no podĆamos comprender que sucedĆa. Hasta que uno de los jóvenes sin pudor dijo algo que nos hizo temblar de miedo: “Es el diablo, SatanĆ”s anda merodeando el rancho, mi papĆ” nos dijo que aquĆ en estos terrenos habĆan matado y colgado a muchos y que por eso aun ronda por aqui…”
Eso nos hizo sentir nauseas y ganas de vomitar a varios. Si lo que decĆa era cierto, entonces estĆ”bamos a merced del mal, era tan real y tan aterrador que no sabĆamos que hacer. En eso comenzamos a escuchar lamentos, voces susurrantes que parecĆan hablar cerca de nosotros, eran cientos de voces hablando al mismo tiempo. Algunos los podĆamos escuchar y otros no. Cuando pensĆ”bamos que nada mas podĆa pasar. La joven que se habĆa convulsionado antes, cayó al suelo y lanzo un grito que nos estremeció a todos, se retorcĆa de maneras imposibles en el piso, los ruidos se hicieron mĆ”s intensos en el ambiente y las paredes parecĆan crujir. Algo increĆble pasaba en el lugar y todos estĆ”bamos muriendo de miedo. En eso entra el padre anciano y se dirige inmediatamente a la joven mientras rezaba y le arrojaba agua bendita. Los gritos que lanzaba eran escalofriantes y las voces que salĆan de su boca nos hicieron caer en una desesperación de muerte. Algunas compaƱeras se desmayaron y yo comencĆ© a llorar. En cuanto la joven se tranquilizo el padre se levantó del piso y de forma enĆ©rgica nos pidió a todos que nos tomĆ”ramos de las manos y rezĆ”ramos con toda la fe del mundo, los rezos que nos iba a recitar. AsĆ lo hicimos entre frases de adoración a Dios y palabras en LatĆn fuimos rezando y despejando todo lo malo en el ambiente. La compaƱera permanecĆa en el piso inconsciente. mientras que todos nos tomĆ”bamos fuertemente de las manos.
Aquel infierno de los sentidos nos hizo sucumbir durante la madrugada, caĆmos rendidos y todos dormitĆ”bamos, al parecer el mal que imperaba en el ambiente se habĆa calmado, apenas rayó el alba todos corrimos por nuestras pertenecĆas, y esperamos en la estancia a que llegara el autobĆŗs. En cuanto llegó todos subimos apresurados, al arrancar el camión sentĆ alivio, el silencio inundó el ambiente, la compaƱera que se convulsionó se habĆa quedado al cuidado de los padres y no supimos mas de ellas, mientras el autobĆŗs iba saliendo de la propiedad con rumbo a la ciudad. Vi algo extraƱo que cuando lo pienso me hace temblar de angustia. En la entrada del rancho estaba el mismo indigente harapiento y sucio que habĆa visto cuando iniciĆ© el viaje, sus pelos apelmazados por la suciedad se movĆan al tiempo que levantaba su mano para hacer el ademĆ”n de despedirse de nosotros, sus ojos eran claros y amarillos, llenos de violencia y su boca provista de dientes manchados, dibujó una mueca morbosa y burlona que me hizo estremecer y recordĆ© sus palabras. No sĆ© si ese hombre fue el mismo diablo que nos decĆa adiós; pero lo cierto es que me acerque a Dios desde ese dĆa haciendo buenas obras y dando algo. Al recordar esos acontecimientos siento miedo y de vez en vez puedo ver las sombras del mal rondar por mi casa cada que desvĆo el camino. A veces pienso que las palabras dichas por el indigente significaban, “Aunque te quites y aunque te pongas, el infierno mereces…”
(Si copias o compartes este relato, menciona y cita los créditos correspondientes. Es una condición de honestidad y honradez darle el crédito a quién lo merece, gracias.
~Eduardo LiƱƔn
Relato basado en una experiencia real de I. FLores Hernandez
Escrito y Adaptado por Eduardo Eduardo LiƱan
Esta historia me ocurrió el aƱo pasado. Mis padres me enviaron a un retiro espiritual a un rancho en un ejido a unas horas de la ciudad. Mi vida en ese entonces era un sinnĆŗmero de dudas e inquietudes que no podĆa resolver. Mis decisiones equivocadas me llevaron a enfrentar situaciones terribles en mi vida y me pusieron en abismos de los cuales con trabajo salĆa. Gracias a la ayuda de mis padres. Cuando pensaba que todo estaba perdido para mi, conocĆ a una persona que hizo que me acercara a Dios y aunque renuente, quise involucrarme aun sin tener fĆ© o solo por el hecho de hacer algo distinto en mi vida. AsĆ pues esa decisión me llevó a aquel lugar en el cual enfrentĆ© situaciones que me ayudaron a acercarme a Dios y tener de nuevo fĆ© en Ć©l. Dicen que los caminos del seƱor son inexpugnables y cada uno nos lleva a Ć©l sin remedio. El camino que me llevó a Ć©l estuvo lleno de horrores que hasta la fecha no he podido explicar.
Fue un sĆ”bado por la madrugada que debĆamos llegar a una plaza y de ahĆ tomar un autobĆŗs que nos llevarĆa a varios jóvenes al rancho de retiro. Cuando lleguĆ©, sentĆa apatĆa y sueƱo, quise decirles que no a mis padres; pero ya estaba ahĆ. Estacionamos el auto a unos metros del autobĆŗs y salĆ a tomar un poco de aire antes de abordar. A lo lejos podĆa ver a numerosas familias que iban a despedir a sus hijos y ellos se veĆan hasta felices por irse. A mĆ me daba igual y a mis padres parecĆa gustarles la idea de que tomara otro rumbo mi vida. Antes de abordar, pude notar como venia un indigente andrajoso y lleno de mugre y suciedad que me veĆa con cierta mirada burlona y al pasar por enfrente, la hediondez y lo peor de la podredumbre humana me inundo las narices, haciĆ©ndome sentir el peor de los ascos. apenas pasó enfrente de mĆ, le escuchĆ© decir unas palabras que me desconcertaron. ” Aunque te quites y aunque te pongas”. y sonrió de una manera morbosa.
Sin mas subĆ al autobĆŗs y caminĆ© hasta el fondo del pasillo, rogando por quĆ© no me tocara un compaƱero platicador o una mujer remolona. Para mi suerte me fui solo en todo el camino. Me despertĆ© abruptamente cuando el camión encendió las luces y el coordinador nos dijo que habĆamos llegado. AsĆ que poco a poco fuimos bajando del autobĆŗs. El rancho se veĆa como todos los lugares rurales. Verde por todos lados, arboles que rodeaban la propiedad y una construcción enorme, aparentemente moderna al centro que contaba con todos los servicios. Cuando nos reunimos con nuestras maletas en un gran salón, un padre llegó a bendecirnos y platicar el motivo por el que estarĆamos ahĆ dos largas semanas. Luego nos asignaron un lugar para dormir. Eran unos cuartos grandes en donde habĆa literas a lo largo de aquel cuarto. Uno para hombres y otro para mujeres.
No pude evitar sentir que el ambiente en el lugar era bastante tranquilo; pero habĆa algo que no me gustaba y era una sensación de ser observado todo el tiempo, como si algo hiciera que sintiera deseos de irme de ahĆ a como fuera; pero eso era difĆcil. AsĆ que ya estaba ahĆ y me convenĆa hacer un amigo para sobrellevar el encierro y las platicas teológicas. Esa misma tarde nos reunimos todos los jóvenes en una gran galera rodeada de Ć”rboles y un pozo, en contacto con la naturaleza. El padre encargado del retiro, era un hombre anciano y te inspiraba respeto, seguro de lo que hablaba y con el don de convencimiento. Comenzó a hablar de Dios y nuestra misión en el mundo. Duró mucho tiempo platicando y cuando tocó hablar de la maldad reinante en el mundo y su representante. Sucedió algo insólito que me dejó helado. Cuando mencionó el nombre de SatanĆ”s pudimos ver como una culebra atravesaba el recinto y se ocultaba en el pozo seco que estaba a un lado, despuĆ©s vimos como pequeƱos insectos que salĆan de ahĆ y bailoteaban por todo el lugar. Eran araƱas negras que parecĆan moverse en dirección a nosotros. El padre al ver esta situación simplemente cerro la reunión y nos pidió que nos retirĆ”ramos. Aquello fue alucinante.
Estando en el dormitorio, comencĆ© a platicar con un joven, hablĆ© con el por quĆ© estaba algo nervioso por lo que habĆa visto y no sĆ© si fue empĆ”tico o realmente estaba asustado que me comenzó a decir que ese lugar me iba a cambiar. Ćl pensaba que todo eran trucos de los mismos religiosos, para hacerte tener fĆ© a la brava, nunca pensĆ© eso y le di la razón, todo era preparado y no lo habĆa visto. Nos acomodamos en nuestras camas que estaban pegadas al extremo de la habitación, de frente habĆa una puerta que daba acceso a un patio trasero lleno de maleza y Ć”rboles y que estaba cerrada con un grueso candado. EstĆ”bamos todos terminando de desempacar; yo estaba concentrado y al no conocernos todos estĆ”bamos en completo silencio; no tenĆamos telĆ©fonos, ni mĆŗsica, ni nada que nos distrajera. De pronto el silencio fue interrumpido por un grito extraƱo, de un hombre. DecĆa algo que no alcanzamos a entender y luego unas carcajadas que resonaron en el monte. Todos nos vimos extraƱados y fuimos a investigar por la ventana que daba al patio, estaba todo obscuro. Sin saber que pensar, nos pusimos todos nerviosos; pero no querĆamos demostrarlo, en especial yo.
Antes de acostarnos, todos nos baƱamos y al salir del baƱo, me encontrĆ© con una coordinadora, que me preguntó si todo estaba bien, a lo que respondĆ que si y antes de retirarme no evitĆ© decirle lo que habĆa escuchado, se me quedó viendo con algo de incertidumbre y me dijo que fuera a dormir que revisarĆa todo. Sin pensar mĆ”s me voy a la cama y comencĆ© a platicar con el compaƱero de los sucesos y el diablo, haciendo teorĆas locas sobre lo que sucedĆa ahĆ. TenĆamos la luz apagada y sentĆa unas ganas enormes de fumar; pero nada de eso era permitido en el lugar y fue cuando dije algo fuera de lugar: “MatarĆa por un pinche cigarro…”
No terminĆ© de decir eso cuando notĆ© que en el ambiente se respiraba el olor caracterĆstico del humo de cigarro. Eso nos puso en alerta, mi compaƱero tambiĆ©n lo olió. Nos levantamos pensando en pedirle o comprarle uno a la persona que estuviera fumando, como todo estaba obscuro y todos dormĆan, vimos por la ventana que daba al patio trasero una luz que parecĆa ser un cigarro encendido, sin embargo la persona que fumaba no se alcanzaba a distinguir. Decidimos salir y caminar hasta la parte trasera para encontrarnos con el fumador. Todo estaba apagado y no habĆa nadie, asĆ que caminamos por un largo tramo y cuando llegamos no vimos a nadie, sin embargo el olor seguĆa ahĆ, luego de ver, mi compaƱero se dio cuenta que la persona se internaba en el monte y fuimos tras Ć©l. Luego de un rato de caminar entre Ć”rboles, llegamos a una especie de claro y no habĆa nadie. Decepcionados nos dimos la media vuelta y de pronto una voz raposa nos hizo estremecer. “¿Vas a matar por el cigarro?”
En ese momento nos volteamos con el corazón latiendo fuertemente y vimos que detrĆ”s nuestro habĆa una figura obscura que parecĆa estar fumando, no le vimos la cara o algo que lo identificara porque estaba en total penumbra, apenas iba a preguntar algo cuando una nube que cubrĆa la luz de la luna se movió e ilumino donde estĆ”bamos. El terror me invadió y sentĆ una corriente elĆ©ctrica recorrerme, me quedĆ© petrificado y con los ojos saltados, al ver que aquella aparición era algo que tenĆa un par de cuernos sobre la frente y unos ojos llameantes que reflejaban una violencia avasalladora. Mi compaƱero reaccionó mas rĆ”pido que yo y me jaló para que corriĆ©ramos, no sĆ© cuĆ”nto tiempo paso y llegamos al dormitorio con el corazón saliĆ©ndose de nuestros pechos. Yo estaba sudando a mares y antes de que pudiera pasar otra cosa, cubrĆ la ventana que daba al patio con la sĆ”bana de mi cama. EstĆ”bamos aterrados y comenzamos a llorar de angustia. Esa noche nos fue imposible dormir y rezamos todo el tiempo.
Por la maƱana, estĆ”bamos cansados y desvelados; tenĆamos temor, aun asĆ fuimos a las reuniones, querĆamos contarle a alguien y pensamos en los padres; pero nos iban a reprender o a burlarse de nosotros, asĆ que todo se lo achacamos a nuestra imaginación. Durante la plĆ”tica del retiro; nos hicieron hacer una dinĆ”mica para recibir el espĆritu santo en nuestros corazones, asĆ que cerramos nuestros ojos y mientras escuchĆ”bamos los rezos del padre, sucedió algo extraƱo. Una de las compaƱeras comenzó a tener convulsiones y a hablar de forma rara, enseguida que pasó esto el padre le habló a otro y terminó con la dinĆ”mica. El ambiente se empezó a poner raro, era tenso, sofocante y nos inundo una pestilencia como a animal muerto. Entonces los padres al ver y sentir lo que sucedĆa, se dijeron entre ellos mismos que debĆan llamar al padre Ramos y a otro pĆ”rroco cuyo nombre era extranjero. Durante la noche llegaron estas personas y comenzaron a rezar y a bendecir el lugar. Todo los demĆ”s cenĆ”bamos y el ambiente era sepulcral, nadie hablaba. De pronto ese silencio incómodo fue abruptamente interrumpido cuando se escucharon los gritos del padre Ramos, todos nos pusimos alerta y los coordinadores salieron pidiĆ©ndonos que nos quedĆ”ramos ahĆ en el comedor. Sin embargo todos nos asomamos a la ventana.
En el piso estaba tirado uno de los padres que auxiliaban a Ramos, se dolĆa de algo y mientras los demĆ”s lo levantaban el padre continuó con los rezos de forma enĆ©rgica y de pronto vimos algo que no hemos podido olvidar. El hombre fue abofeteado por algo invisible, una fuerza que no podĆamos ver lo hizo tambalear, a pesar de ser un hombre grande, cayó al piso por el tremendo golpe que recibió por algo que estaba ahĆ sin ser visto. Todos comenzamos a tener miedo y algunas mujeres lloraban aterradas al ver aquello. Mientras que otros sonreĆan burlĆ”ndose por que sabĆan que todo era un show, en cuanto entró el ayudante caĆdo los coordinadores le quitaron la camisa y vieron con horror unas grandes marcas en su espalda y pecho, eran como quemaduras y rasguƱos que le dolĆan enormemente. Entonces dijo algo que nos angustió mas.
“Es el maligno, anda ahĆ, lo vi y lo sentĆ como me dañó. Este lugar es peligroso para los jóvenes hay que mandarlos a sus casas.”
DespuĆ©s de decir eso, los coordinadores asintieron y acordaron que por la maƱana cerrarĆan el retiro y nos mandarĆan de regreso, en eso entró un padre que no habĆamos visto antes, este era anciano y parecĆa extranjero, al hablar nos dimos cuenta que hablaba con acento espaƱol, nos explicó de la situación que prevalecĆa en el lugar. Por alguna razón el mal estaba en el lugar y el Ćŗnico sitio donde no podĆa entrar era en la capilla por ser un lugar sagrado, asĆ que nos condujeron a todos a la capilla y comenzamos a rezar. Mientras el padre anciano hacia unos rezos y bendecĆa unas imĆ”genes, un fuerte ruido se dejo escuchar. Algo habĆa retumbado en el techo, algo pesado que hizo cimbrar el lugar y de pronto lo inimaginable. Las pisada de cascos, se escuchaba como unas pezuƱas caminaban por el techo y las paredes. Todos lo escuchamos, el padre besó su estola, claramente nervioso y se la colocó , tomando un libro de rezos, el agua bendita y salió del recinto. Otro padre lo acompaƱo y no supimos mas. Los ruidos cesaron y nos acomodamos para tratar de dormir, aunque nadie lo pudo hacer.
No sabĆa que pensar o que hacer. VeĆa a mis compaƱeras asustadas y a los demĆ”s con caras alargadas y preocupadas, no podĆamos comprender que sucedĆa. Hasta que uno de los jóvenes sin pudor dijo algo que nos hizo temblar de miedo: “Es el diablo, SatanĆ”s anda merodeando el rancho, mi papĆ” nos dijo que aquĆ en estos terrenos habĆan matado y colgado a muchos y que por eso aun ronda por aqui…”
Eso nos hizo sentir nauseas y ganas de vomitar a varios. Si lo que decĆa era cierto, entonces estĆ”bamos a merced del mal, era tan real y tan aterrador que no sabĆamos que hacer. En eso comenzamos a escuchar lamentos, voces susurrantes que parecĆan hablar cerca de nosotros, eran cientos de voces hablando al mismo tiempo. Algunos los podĆamos escuchar y otros no. Cuando pensĆ”bamos que nada mas podĆa pasar. La joven que se habĆa convulsionado antes, cayó al suelo y lanzo un grito que nos estremeció a todos, se retorcĆa de maneras imposibles en el piso, los ruidos se hicieron mĆ”s intensos en el ambiente y las paredes parecĆan crujir. Algo increĆble pasaba en el lugar y todos estĆ”bamos muriendo de miedo. En eso entra el padre anciano y se dirige inmediatamente a la joven mientras rezaba y le arrojaba agua bendita. Los gritos que lanzaba eran escalofriantes y las voces que salĆan de su boca nos hicieron caer en una desesperación de muerte. Algunas compaƱeras se desmayaron y yo comencĆ© a llorar. En cuanto la joven se tranquilizo el padre se levantó del piso y de forma enĆ©rgica nos pidió a todos que nos tomĆ”ramos de las manos y rezĆ”ramos con toda la fe del mundo, los rezos que nos iba a recitar. AsĆ lo hicimos entre frases de adoración a Dios y palabras en LatĆn fuimos rezando y despejando todo lo malo en el ambiente. La compaƱera permanecĆa en el piso inconsciente. mientras que todos nos tomĆ”bamos fuertemente de las manos.
Aquel infierno de los sentidos nos hizo sucumbir durante la madrugada, caĆmos rendidos y todos dormitĆ”bamos, al parecer el mal que imperaba en el ambiente se habĆa calmado, apenas rayó el alba todos corrimos por nuestras pertenecĆas, y esperamos en la estancia a que llegara el autobĆŗs. En cuanto llegó todos subimos apresurados, al arrancar el camión sentĆ alivio, el silencio inundó el ambiente, la compaƱera que se convulsionó se habĆa quedado al cuidado de los padres y no supimos mas de ellas, mientras el autobĆŗs iba saliendo de la propiedad con rumbo a la ciudad. Vi algo extraƱo que cuando lo pienso me hace temblar de angustia. En la entrada del rancho estaba el mismo indigente harapiento y sucio que habĆa visto cuando iniciĆ© el viaje, sus pelos apelmazados por la suciedad se movĆan al tiempo que levantaba su mano para hacer el ademĆ”n de despedirse de nosotros, sus ojos eran claros y amarillos, llenos de violencia y su boca provista de dientes manchados, dibujó una mueca morbosa y burlona que me hizo estremecer y recordĆ© sus palabras. No sĆ© si ese hombre fue el mismo diablo que nos decĆa adiós; pero lo cierto es que me acerque a Dios desde ese dĆa haciendo buenas obras y dando algo. Al recordar esos acontecimientos siento miedo y de vez en vez puedo ver las sombras del mal rondar por mi casa cada que desvĆo el camino. A veces pienso que las palabras dichas por el indigente significaban, “Aunque te quites y aunque te pongas, el infierno mereces…”
(Si copias o compartes este relato, menciona y cita los créditos correspondientes. Es una condición de honestidad y honradez darle el crédito a quién lo merece, gracias.
~Eduardo LiƱƔn
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